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martes, noviembre 30, 2021

ACHICANDO


En el interés y afán por organizar todos mis contenidos tanto de este blog como de otros espacios, he venido tomando algunas decisiones que se antojan drásticas. Una de ellas es la que compete a la existencia de un blog por el que tengo mucho cariño pero que a estas fechas en realidad más le vale ser absorbido en este lugar dado que es ya mi casa central. Sí, podría incluir un vínculo en el costado para llevar a ese blog. No lo hago porque resultaría más farragoso, complicarme la vida con la multiplicación de canales cuando lo que ahora quiero es simplificar mi labor creativa tanto como la tuya, amigo lector, en la búsqueda y disfrute de lo poco o mucho que puedo aportar a la informasfera, la blogosfera, con mis publicaciones variopintas.

Así, desde hoy encontrarás mis ensayos acopiados bajo la etiqueta "Elogio de la Lectura" aquí mismo, dando con ello una unidad integrada a la obra que se relaciona con el objetivo concreto de este blog que funciona como marquesina y perfil propio en tanto escritor y comunicólogo. En el momento que considere pertinente podré pensar, por qué no, en reunirlos como un volumen imprimible en formato PDF o ePub. Ya se verá.

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Sobre el proceso de escribir



Hace unos días miré unos videos en los que se entrevistó al artista de fama mundial Miguel Bosé acerca de la publicación de su primer libro, uno de corte autobiográfico. Alguna de las entrevistas, concretamente la realizada por el colega periodista mexicano Javier Poza resultó infructuosa y el mismo se limitó a publicar una reseña del hecho en el que no dejó muy bien puesto al autor quien estalló furibundo al ser cuestionado sobre el proceso creativo para escribir esta obra.

Personalmente hice algunos comentarios debajo de esos videos. Quiero no obstante rescatar uno que toca a mi quehacer de forma directa.

En uno de esos comentarios explicaba a quien me había replicado mis argumentos que sí, en efecto, Miguel Bosé había respondido al vuelo un poco, en una de esas entrevistas. Aunque su descripción como respuesta a la pregunta de cómo abordó la relación entre el Bosé adulto y el Bosé niño (minuto 17:40) refiere a juegos de puntos de vista narrativos. El hecho de asociar la narración en tercera persona (voz en off) característica del narrador omnisciente como la vista cinematográfica de la cámara sobre el sujeto (lo que sucede desde el segundo capítulo del libro) no significa que haya sido un acierto o un error por sí mismo como transición descriptiva del punto de vista. Sí pudo ser ello motivo de la probable confusión de parte de Poza y que al plantearle el cuestionamiento con una fórmula más pragmática haya chocado al artista, quien no es escritor de oficio, que no esperaba una pregunta tan instrumental y administrativa que, por otra parte, no tuvo nada de particular aunque se antoja provocativa.

Una cosa es hablar sobre el proceso creativo en la selección de las voces, planos, secuencias, planeación, puntos de vista, desarrollo de conflicto, personajes, cruce de subtramas y otra muy diferente hablar de la manera como el escritor, en tanto obrero, puede llegar a organizarse en soledad o con un equipo para conformar el producto final.

Ciertamente, cuando intervienen más de dos manos en la elaboración de una obra artística como un libro y sobre todo en un libro, es de notarse en más que solo el cambio de punto de vista la participación multitudinaria, bipartita, tripartita o como sea en el proceso creativo por el solo hecho del cambio estilístico. Si el cambio entre voces, planos, puntos de vista está hecho por el mismo autor, el estilo no cambia por más que se esfuerce el escritor, hay una voz propia en las entrelíneas, en la consecución de las palabras y los enunciados que da una latencia específica. Si entra otra voz, esta más pronto que tarde se da a notar de la misma forma. Si yo le pido a alguien más que continúe escribiendo este comentario a partir de mi idea base, tú y cualquiera notará en qué momento entró esa otra voz por la manera de redactar, la ortografía, las pausas, los vocablos utilizados, el ritmo, la cadencia, los matices y tonos que, aun disfrazados en situaciones, diálogos, tratando de copiar a la realidad, acaban por ceder al estilo personalísimo de cada cual. Por eso las novelas escritas al alimón entre varios escritores terminan siendo un fiasco, no por malas o mal construidas, sino porque, aun siendo estupendamente planeadas, acaban como una mezcolanza de  formas de pensar, sentir y decir que no se disfruta al ciento por ciento. En esos casos es mejor dictar y que sea uno solo quien acopie, redacte, dé forma y sintetice lo que el resto aporta a la historia, al texto, unificando así el estilo: lo escribieron Chucho, Jacinto y José, aunque lo redactó Teresa (caso típico de muchas autobiografías).

Narrar y describir usando distintas voces no es sencillo y sí puede darse de forma involuntaria. Requiere mucho cuidado y mucha precisión para que la voz narradora no absorba el control de lo que se pretende contar pues de la voz depende el efecto buscado. Ejemplo: actualmente —y como quienes me siguen ya saben— me encuentro escribiendo por entregas mi mega saga Calima. En el cuarto episodio en particular se puede notar un cambio hecho a propósito entre dos voces narrativas. Al comienzo empleo la conjugación en presente, para plantear un presente histórico que instale al lector directamente en el lugar, entre los personajes y lo haga vivir la sensación. Después, usando el presente deslizo entre la narración y la descripción usando la explicación e introduciendo ideas en conjugación pasada para no ocasionar fallas de concordancia gramatical entre párrafos, tras lo cual me distancio como narrador y me vuelvo a una conjugación en tercera persona no solo omnisciente sino omnipresente, atendiendo a dos lugares y dos puntos de vista distintos que a su vez implican puntos de vista particulares según el personaje a destacar.

Si yo fuera Bosé cuestionado sobre el proceso creativo y  respondiera algo como lo anterior, tú, amigo lector quizá te vieras impelido a ahondar más en la obra no solo como factura, sino como ente vivo que tiene algo que aportar a tu existencia, tu pensar, tu sentir.

Esto es importante porque el proceso de escribir no se limita solo al rasgueo de la pluma en la libreta o al teclear sobre la máquina componedora, sea mecánica o electrónica. No se limita a planificar la idea y su desarrollo o a dejar que la inspiración guíe a tontas y a locas, mágicamente. No se limita siquiera a narrar y describir a lo bruto lo que viene a la cabeza. Es un todo complejo, una verdadera profesión artística que, por cierto, no ha sido debidamente valorada, a veces subvaluada, a veces sobrevalorada.