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martes, febrero 01, 2022

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Teoría estructural subyacente en Calima



EN UN POST PREVIO comentaba yo, como si pensando en voz alta, como si tratando de poner a los lectores reales, actuales y potenciales sobre el proceso de crear un proyecto de las dimensiones de mi Calima, que esta saga la he venido haciendo y deshaciendo y que la metáfora más correcta y adecuada para "finalmente" conseguir el avance era y es el del tejido.

Dicho lo anterior, comencé a replantear toda la estructura, antes de seguir avanzando más allá del episodio siete ya publicado y, ya en cuaderno de notas o con ayuda de softwares especializados, me percaté que tenía que hacer una nueva revisión, un nuevo planteamiento estructural pues, ¡oh, sorpresa y tontería de mi parte!, cada uno de los libros-mundos que conforman la saga está o estaba ¡solo al nivel de idea! Es decir que por el entusiasmo de conjuntar todo en una mega saga cometí la torpeza de no trazar la estructura y la historia individual de cada uno de los libros. Tengo, sí, clara la idea, pero falta lo fundamental que es el plan de desarrollo. Entonces, de poco sirve y ha servido elaborar una gran estructura donde los engranes principales no están debidamente empotrados en sus respectivas posiciones, para su propia e individual mecánica.

¡Así es esto! Por lo mismo, la pausa creativa ahora se amplía, sin menoscabo de los objetivos trazados originalmente y sin afectar las expectativas de los lectores, de haberlos, para dar el tiempo necesario para esa reestructuración libro por libro y en función de la pieza central que es Calima, es decir de esa línea tramática que, como ya exponía en aquella publicación anterior, ha de servir como hilo de trama que unifique y oriente transversalmente el conjunto de los telares.

Entonces, amigos lectores, quiero que imaginen conmigo la complicación que tengo ante mí ahora: soy un tejedor que toma la primera línea de trama, la cual es la básica, y la atraviesa en el primer telar donde se conformará uno de los libros-mundo. Pero ocurre que en este telar cada uno de los hilos de la urdimbre se corresponde con las sendas ideas que componen a los restantes telares en su particular unidad. Esto significaría un tejido trazado sobre una especie de matriz multidimensional difícil de visualizar por nosotros, vulgares seres tridimensionales. Para poder resolver este dilema, lo que he debido hacer es pensar solamente la trama base, la historia central y, en lugar de jugar con los cruces sobre la marcha, tender esa línea antes que nada y repensando la urdimbre, los telares y sus funciones.

Así, desde ahora, cada telar se corresponde con un libro-mundo en vez de que lo haga cada línea de la urdimbre; en cambio, cada libro-telar-mundo, en su urdimbre, estará compuesto por cuarenta y cinco líneas escénicas para conseguir una distribución tramática lo más armónica posible y según las necesidades. Claro que el número puede parecer excesivo si lo miramos desde la perspectiva de la estructura narrativa, ¡cuarenta y cinco escenas por capítulo! Cierto, por lo mismo, dado que la estructura básica implica un desarrollo a lo largo de tres actos básicos (para toda la obra) o cinco (si nos ajustamos a formas más modernas y menos aristotélicas de composición), entonces  lo más conveniente es mirar los cruces donde se introvierte o extrovierte la trama central y/o las subtramas componentes de cada libro-telar-mundo como episodios a su vez componentes de capítulos más amplios supuestos en cada línea tramada a lo largo de cada telar y entre telares. Algo que quizás se comprenda mejor si lo expongo visualmente con las siguientes imágenes esquemáticas.



Una guía teórica o la novela como un medio

La teoría detrás de mi Calima no ha sido gratuita ni una mera ocurrencia voluntariosa. Fue dándose a lo largo del proceso creativo y como consecuencia, sí, de los conocimientos y experiencia adquiridos en mi vida como escritor y comunicólogo. Fundamentalmente lo que trasluce es la aplicación directa (o indirecta) del modelo macluhaniano del tétrade con que el estudioso explicó metafóricamente la dinámica de la evolución tecnológica; metáfora que, hay que decirlo, no solo se aplica a lo tecnológico y es capaz de ser empleada para explicar otros procesos evolutivos bajo una óptica determinística.

El tétrade parte de la idea de la cinta de Möbius, de hecho es una extensión de la misma, por lo tanto tiene no nada más una explicación gráfica, geométrica, sociológica, histórica, sino matemática. Pero, no entraré en esos detalles, me limitaré a compartir las reflexiones que hice al efecto específico de la saga que me o nos ocupa. Otra imagen que está asociada a esta metáfora teórica tras Calima es la del gesto con que se explica figurativamente el sentido de una carga eléctrica o regla de la mano izquierda (que aplica también para la derecha).


Primero que nada es necesario empatar la idea de la saga, de la novela, del libro, y sus contenidos (historia, personajes, mensaje en general) con la idea del utensilio tecnológico que al final de cuentas esos son desde una perspectiva humano-determinista.


A modo de medio o de canal, según sea el caso, el utensilio o herramienta, el mensaje, la situación tramática (y dramática) o el personaje y sus peripecias ocurren, corren de forma transversal dando cohesión al espacio y al tiempo que componen al universo que la envuelve en el libro-telar-mundo de manera semejante a como lo hace el puño al rodear, por ejemplo, un vástago o verga. No quiero con ello, y sin embargo es aceptable, que imaginen una masturbación —¡so ansiosos feladores!, no todo es producto de una cultura fálica del pepino—, puede ser también una mano o un nudo de barril o de fraile rodeando el mango de un martillo, un tubo, etc.; la imagen en la mente de cada cual, depende de cada quién.




Cada dedo cerrado sobre sí traza un lazo de constricción tan laxo o apretado como la voluntad o el descontrol ocasionen, permitan o propicien, haya o no deslizamiento a lo largo del medio. Cada nudillo hace sendos catorce puntos de bisagra y torsión por los que se invierte y convierte la dinámica tensional de la mano, del puño que, cuando se contrae en extremo implica una perversión de la norma tanto como si se relaja por completo. En el caso de la laxitud total, los dedos sueltos ejemplifican lo dimensionalmente diverso que puede ser el sostén del universo. En caso contrario, el puño cerrado y tenso, compacto significa cuán introvertido y cerrado y abstruso puede serlo. Así, frases, enunciados, escenas sueltas no implican desaliño, como una acción concentrada y suspenso no por fuerza implican cohesión inquebrantable. El contraste entre puños, derecho e izquierdo, como entre libros-telares-mundos confrontados como caras de una misma moneda los aparenta como presumibles adversarios ideográficos, el ying y el yang, imágenes especulares correspondientes. Por lo que, si la trama central no se corta o revierte en la urdimbre y continúa, toca su contracara extrovertiéndose, transformándose en lo mismo que ella exhibe y viceversa, para la línea tramática que viene en sentido contrario. Ese punto de encuentro y cruce, ese quiasmo es clave para la secuenciación entre los libros-telares-mundo de igual manera que lo es en modo menor hacia el interior de la urdimbre donde se va conformando la imagen básica específica de cada libro-telar-mundo.

Sin embargo, para que pueda ocurrir la transición de energía potencial o cinética contenida en el puño es necesario considerar el sentido de la corriente de energía, el que puede ser subvertido por causa de un desplazamiento o giro o de un trenzado adicional de la trama para crear un nudo de acción, suspenso o transición en el tono, el color de lo que el mensaje va describiendo o narrando como si posición, gesto o postura de la muñeca, o del codo, el hombro, torso, cadera —si lo vemos corporalmente—, o del enunciado, el mensaje, el episodio y sus situaciones planteadas como goznes de un sistema significante articulado.

Cada nueva postura resultante de una revolución de la trama, del hilo que se va enredando como un listón alrededor de un palo tiene por propósito el cambio en tanto freno, la redundancia informativa tanto como la transición del sentido, aspecto, tono, dirección o intensidad de esa digamos que corriente energética derivada en gesto, rasgo expresivo que, ya en el conjunto del tejido, del texto, de la historia, se traduce en una pauta o patrón discursivo con el cual el medio sostenido por esa mano tejedora, envuelto por esa banda de Möebius cortada en secciones longitudinales presenta una apariencia distinta para la misma forma, mostrando y ocultando total y parcialmente el fondo. Así se entiende que la forma es fondo y viceversa y que, al momento de tejer (escribir) lo enunciado se distribuya "por arriba" y enseguida "por abajo" de los hilos próximos en la urdimbre sugiriendo un movimiento sinuoso entre lo expuesto y lo oculto, el anverso y el reverso.

De la teoría a la práctica

Con base en las anteriores disquisiciones es que se me ha hecho necesario replantear la estructura del modo ya más o menos explicado y que lo cuento, lo desahogo aquí por, primero, entender yo mismo lo que pasa por mi cabeza y, segundo, para aquellos que pudieren estar interesados en algo más que solo leer el producto terminado y entretenido. Luego, me es necesario, obligado, replantear las temáticas a mostrar y explorar en cada libro-telar-mundo, de forma que se mantengan codependientes de una trama central amplia y general que también debo redefinir de manera independiente como hilo conductor, pero que puedan coexistir de forma independiente y autónoma también. Por lo tanto, para dar coherencia y secuencia a lo ya escrito y publicado, se me impone el equivalente a empezar casi desde cero deshilachando lo que llevaba para, como Penélope, rehacer el tejido, reorientar los hilos y calcar con más cuidado el patrón pensado para cada telar como partes que, en suma, hagan el todo que es Calima.

jueves, diciembre 02, 2021

Más razones para explicar por qué soy escritor


De vuelta al tema sobre las razones (que tengo) para definirme como escritor por sobre todo, pese a lo que pese, en la siguiente entrevista el escritor argentino Guido Segal, guionista, cineasta, ofrece con mucha claridad explicaciones que comparto al ciento por ciento. En el minuto seis dice algo que bien puede describirme en parte, parafraseo: escribo, porque escribir para mí es un reto fascinante, el reto de hacer siempre algo nuevo y no, como en otras ocupaciones o profesiones, tareas similares y rutinarias una y otra vez.

Sí, es cierto que la tarea básica de juntar palabras es rutinaria y más cuando se lo hace varias veces al día, tanto como el conducir un taxi o administrar una oficina. Pero, si hay algo que distingue a la vida del artista del resto de los mortales es que en cada acto y obra no solo sucede algo nuevo sino que consigue percibirlo como tal y transformarlo o valorarlo como la novedad que implica.

Me explico mejor. Un cirujano mete cuchillo en un pecho para trasplantar un corazón. Es una tarea más o menos de rutina en su quehacer, aun cuando no ocurra todos los días. Su entrenamiento lo prepara para actuar en consecuencia cada vez que es necesario. Al final es una cirugía, los mismos instrumentos, un corazón, un pecho que abrir y cerrar, un paciente, un hospital, unas argumentaciones para explicar el caso en el expediente y otras más simples para confortar a los familiares y otras más para refocilarse con los colegas en el convivio. Pero, cuando ese mismo médico, como el artista o el pintor se detiene en los detalles de cada elemento, la sintomatología, la historia detrás del paciente como persona, la luz del día a la hora de la intervención, antes y después, las inquietudes de los colegas que le asisten en el momento, entonces la cirugía se vuelve única, especial, distinta de cualquiera otra en el pasado o el porvenir.

Así, el trabajo de uno como escritor es en ese sentido un reto fascinante que consiste en dirimir con lo novedoso. Porque la descripción de ahora, aun habiendo abordado el mismo tema antes, lo presenta desde otra óptica, considerando particularidades que lo hacen complejo, pletórico de aristas desde las que se puede asir de mil maneras, para bien o mal. Cada idea armada en un párrafo o sugerida entre líneas permite hacer una lectura variada del mismo árbol en el parque, de la misma historia sobre un amor bien o mal avenido, una aventura inquietante, épica, o un carácter patético.

No hay nada nuevo bajo el sol, reza el dicho. Y es cierto, solo bajo cierta circunstancia, cuando quien quiere tapar el sol con un dedo pretende que todo lo demás puede ser cubierto o descubierto de la misma manera. Sin embargo, tal certitud de falta de novedad evidente pasa por alto el examen analítico de lo que se muestra a los sentidos. Si bien el sol sale para todos, no lo hace siempre por el mismo punto, aun cuando haya un cartabón de reglas y leyes naturales que expliquen que incluso esas variantes son parte de eso mismo. La sombra proyectada desde el este a una hora es diferente a otra y en otro día y según el clima y según las condiciones del entorno, no es lo mismo un árbol en medio del bosque que ese mismo árbol, en su lugar de siempre, como sobreviviente de una tala, entonces la cosa cambia. Y de ahí que es importante la actitud estética como factor de sensibilidad para, como hace el tejedor, tramar las combinaciones que hagan de la fija urdimbre un tapiz de maravillas.

Escribir es tejer; y viceversa. Y el tejido encierra una forma de ser como explico yo, también en el segundo video.