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domingo, mayo 22, 2022

Ser o no ser, el dilema de mi vida



Veo una video reacción con dos años de diferencia acerca de cierto canal que luego he compartido aquí y cuyo giro es tratar sobre conspiraciones. Comprendo y acompaño algunas de las reacciones del yutuber especialista en Google y sus observaciones, lo que no significa por fuerza que esté de acuerdo con algunas de ellas. Como tampoco estoy de acuerdo con las aseveraciones que llega a hacer el conductor del canal sobre el cual reaccionó.

Yo tengo haciendo contenidos en mi blog en Blogspot y en YouTube y otras plataformas ya no sé cuánto tiempo, añales. Muy al comienzo sí "ganaba" dinero, pero solo lo pude cobrar siendo una bicoca hasta siete años después de estar taloneando. Luego, vinieron los cambios en Google, tanto de políticas como de algoritmo, los que no aplican igualmente en todos los países, por lo que he observado que hay una censura discriminante y diferenciadora, a veces hasta segregacionista que haya en la "neutralidad" programática del algoritmo su mejor justificación.

Hay temas que los españoles se quejan que no pueden ni hablar y sin embargo en otros países no pasa nada. Los filtros no son meros artilugios de programación, obedecen también a los intereses de quienes los desarrollan e incluyen con apego a las presumibles "normas de la comunidad", una comunidad tan anodina como anónima.

Hay contenidos que no representan problemas de derechos de autor en algunos países, y en otros sí, las reacciones a videos musicales, por ejemplo, alegan estar forzadas a hacer cortes cada tanto por motivos de copyright, cuando hasta donde sé las leyes de muchos países no especifícan argumentos para sostener esas falacias. Las grandes corporaciones se han adueñado de los derechos y a tiro por viaje sus reclamos implican o derivan en penalizaciones para muchos de nosotros que a veces ya no sabemos ni cómo sortear el vendaval para ilustrar, vestir los contenidos, hacerlos atractivos. Conseguir música, imágenes, clips de video se ha vuelto una monserga, ya no hablemos del handycap que significan las novedades efímeras de las historias breves o las transmisiones en vivo. Por ello yo, que antes defendía con mi vida los derechos de autor, hoy los vomito, los execro y opto por defender el copyleft de creativecommons, más flexible y justo.

Personalmente con el paso del tiempo y viendo la manera como todos estos cambios me han afectado en la generación y difusión de contenidos tengo sentimientos encontrados. Por un lado me siento frustrado. Sin los recursos económicos, infraestructura, asociación con terceros (solo), la ardua y depredadora competencia de las grandes corporaciones o de los que, aun siendo pequeños le invierten en el desarrollo, los criterios imbéciles con que algunos cretinos que conforman el staff revisor de las plataformas hacen que me sienta devaluado. ¡Vaya hasta de Wikipedia me sacaron como editor porque una modificación la calificaron como motivada por la "autopromocion"!

Si al comienzo conseguí un crecimiento lento, adaptándome a los cambios, haciendo lo necesario técnicamente para posicionarme, hoy esa frustración me ha llevado a claudicar. No puedo estar creando diario, ¡es de locos estando solo! O escribo o grabo, o como o me pongo a aprender las técnicas para conseguir tráfico. Sí, como lo lees he renunciado a crear con frenesí, hoy lo hago cuando se me antoja, sobre lo que se me antoja y me importa un bledo si tengo o no audiencia, suscriptores, likes. Ya no vivo esclavo de esas mediciones. El rating y el ranking me los paso por el arco del triunfo. Y si me penalizan hago caso omiso, no vivo a expensas del "qué dirán Google o los patrocinadores". ¡Que tiznen a su progenitora!

Por otro lado, me siento ansioso. Porque tengo claro que les debo a los pocos o muchos que me han seguido (o creo que aún me siguen, no sé, ya no entiendo Google Analytics, me lo han complicado) no solo respeto sino calidad de fondo y forma. Traté de vender publicidad con AdWords y me lo complicaron aparte de que no puedo vender y crear y analizar. Me han incrementado las trabas para la monetización y hoy, harto de cambios y pretextos y reglas, ya mandé al demonio a GoogleAdSense porque nomás no jalan los anuncios o hay que hacer circo, maroma y teatro para colocarlos y ser visible. La pandemia, pudiendo haber significado una oportunidad para retomar todo esto me entrampó más pues en ese mismo tiempo los hábitos de consumo se revolucionaron, se atomizaron. Así, hoy he tenido una regresión franca y en vez de ser un creador, un prosumidor, soy un vulgar consumidor más de entre tantos y uso las redes sociales no para avanzar en la divulgación del conocimiento, sino en la replicación de los contenidos, chuecos o derechos, falsos o verdaderos que las grandes firmas o los afortunados garbanzos de a libra hijos de vecino que por ahí deambulan nos ofrecen como verdades. Me esfuerzo, pero ya no más allá de lo estrictamente básico. Hago las cosas con amor, pero ya me importa poco si soy retribuido igualmente. De haber hecho y administrado más de veinte blogs hoy me he reducido por economía de tiempo, dinero y esfuerzo y ganas, a un puñado donde concentro y acopio mi obra.

Me disculpo por la extensión de este comentario, pero necesitaba sacar esto de mi ronco pecho. Para terminar quiero decir que como amante de todo lo que la tecnología de comunicaciones nos ha venido ofreciendo, me siento fastidiado, enojado con ese afán avaricioso detrás de todos los desarrolladores que quieren cobrar hasta por el módulo más insignificante. Yo entiendo que el trabajo de programar cuesta y se espera la ganancia respectiva, pero ya raya en abuso: aplicaciones para cualquier estupidez, engañifas de toda suerte para engañar a bobos o esquilmar a ingenuos o crédulos de toda ralea.

Cuando miro mis estadísticas no sé si llorar o reír. Ellas dicen que soy un fracaso. Cuando veo que nadie o casi nadie comenta lo que hago, no sé cómo interpretar el silencio. Y esto contrasta cuando, hablando con la gente cercana, alguna de ella ubicada en posiciones políticas o económicas destacadas en mi localidad, en mi entidad, en mi país, ¡hasta me mandan vigilar! pendientes como están de lo que puedo decir o dejar de decir sobre los temas que abordo y que suponen una visión crítica, objetiva sobre sus quehaceres. Dicho por esas mismas personas, soy un "influencer" que les da elementos de juicio para las tomas de decisión y hasta una alcaldesa, en mi cara se declaró mi fan, a pesar de mis duras críticas a su gestión. Un gobernador y después presidente de México me puso vigilancia, espionaje, y lo sé porque incluso los espías se me acercaron tratando de sacarme información sobre ciertos personajes y asuntos sobre los que en su momento escribía. Entonces, vivo en confusión existencial. Soy y no soy. A ojos de unos mi peso específico parece ser tal que incide hasta en políticas públicas, aunque mis estadísticas de suscripción, likes, interacciones se muestran y antojan francamente ridículas.

No sé qué pensar. No sé a quién acudir o si vale la pena recurrir a alguien cuando ni para pagar asesoría tengo y a veces apenas para comer. Detenerme a comprender las entretelas para adaptarme constante y continuamente me desgasta y obstaculiza mi labor creadora. Por eso hoy me declaro con todo y mis más socorridos Indicios Metropolitanos un barco fantasma a la deriva, que espanta cuando se lo vislumbra en medio de la niebla caprichosa de la información.

martes, noviembre 30, 2021

ACHICANDO


En el interés y afán por organizar todos mis contenidos tanto de este blog como de otros espacios, he venido tomando algunas decisiones que se antojan drásticas. Una de ellas es la que compete a la existencia de un blog por el que tengo mucho cariño pero que a estas fechas en realidad más le vale ser absorbido en este lugar dado que es ya mi casa central. Sí, podría incluir un vínculo en el costado para llevar a ese blog. No lo hago porque resultaría más farragoso, complicarme la vida con la multiplicación de canales cuando lo que ahora quiero es simplificar mi labor creativa tanto como la tuya, amigo lector, en la búsqueda y disfrute de lo poco o mucho que puedo aportar a la informasfera, la blogosfera, con mis publicaciones variopintas.

Así, desde hoy encontrarás mis ensayos acopiados bajo la etiqueta "Elogio de la Lectura" aquí mismo, dando con ello una unidad integrada a la obra que se relaciona con el objetivo concreto de este blog que funciona como marquesina y perfil propio en tanto escritor y comunicólogo. En el momento que considere pertinente podré pensar, por qué no, en reunirlos como un volumen imprimible en formato PDF o ePub. Ya se verá.

martes, mayo 28, 2013

ABURRIMIENTO

 

Seguro te ha pasado que de pronto, en una relación (y mira quien habla, quien jamás ha tenido una relación de pareja) llegas a una etapa de aburrimiento.

¡Aburrir! Todo depende del cristal con que lo mires. Las cosas no aburren por sí mismas ni las personas, es uno el que da y quita el valor, el significado, ya por sobrevaluar o por minusvaluar, la rutina no es un accidente eventual, ocasional, es de todos los días, sólo que de pronto, en algún momento, caemos en cuenta de ella y creemos que todo se ha devaluado y perdido interés para nosotros. Es entonces cuando hay que reinventar y reinventarse... fluyendo, disfrutando, dejándose ser, dejando a las personas y las cosas ser, caer por su propio peso, ya para arraigarse o para pudrirse

miércoles, noviembre 09, 2011

GENERALIZACIONES ODIOSAS COMO BURDAS PRENDAS UNISEX

Cada vez es más común leer, escuchar, falacias en la forma de tautologías como "Todos los hombres (o mujeres) están cortados por la misma tijera".

Por andar con esas generalizaciones... luego no se quejen, mujeres/hombres de las que hacen sus contrapartes; afirmaciones con cualquiera de las cuales no estoy de acuerdo, si acaso en broma.

Ahora que, si de generalizar se trata, ¿qué, no somos todos seres humanos? Quien esté libre de frustraciones que arroje la primera gracia. Y ya que estamos cortados y cortadas por la misma tijera, mejor culpemos de nuestra mala hechura al sastre que pespunteó nuestra conciencia al permitirnos existir. Si no abrochamos bien, no es tanto por una mala elección nuestra; al fin, ustedes y nosotros, como prendas para el afecto, somos quienes terminamos colgados de los hombros o ceñidos a las caderas de otros. Si el saco no te queda, hazlo a un lado y prueba otro. Siempre habrá un roto para un descosido. Es cosa de saber buscar entre percheros, tumbaderos, ganchos, tianguis, boutiques, hasta entre los desperdicios reciclados; y, también, por qué no, aprender algo de costura inteligente para conformar la prenda que ajuste al temperamento. Pero sobre esto último, ¡cuidado!, porque también se puede errar en la elección de los materiales, patrones y medidas, tanto como en la confección.

La violencia entre géneros no comienza con el primer golpe o la primera diatriba, sino con el primer prejuicio hacia el otro.

viernes, mayo 11, 2007

MELANCOLÍA


Recientemente he visto con grata sorpresa la
 cita referida a mi persona que incluyen ciertos usuarios del foro del sitio Portal Adulto Mayor en sus intercambios de misivas. La sorpresa es grata porque, lejos de cualquier sentimiento ególatra, me da gusto descubrir que unas pocas palabras mías pueden servir de ayuda ya sea para describir o explicar un estado de ánimo de forma real, más allá de lo puramente intelectual o académico, como me propuse al escribir esas líneas sobre el blues, pertenecientes a un ensayo sobre la familia intitulado Dos obras, dos autores que escribí y publiqué para la revista Razón y Palabra del Tecnológico de Monterrey.


Palabras extraídas, palabras transformadas
La descontextualización de las palabras suele ser problemática y hasta odiosa, pues les resta su sentido original, su nivel de pertenencia a un todo literario. Sin embargo, cuando la transliteración recarga a las palabras de un nuevo significado más personal de parte de quien las lee y al hacerlo las reconstruye, eso deja sin aliento aun al autor más exigente.
Gracias por citarme. Gracias a Dios por darme la inspiración suficiente para, a mi vez, servir de materia para la expresión de alguien más.
Si de algo les sirve a los melancólicos leer más cosas mías, tomando en cuenta esta experiencia, los invito y a sus allegados también a visitar mis blogs cuyos vínculos pueden encontrar en la columna lateral.
Ah, y de vez en cuando, no olviden hacer click en los anuncios que patrocinan estos sitios, al lector no le cuesta y así se sostiene mejor este espacio.

martes, abril 24, 2007

REBELDÍA O ¡AL DIABLO CON LA CRÍTICA

 








Declaración de Principios

(Texto escrito el 25 de febrero de 2007 y ampliado el mismo día de su publicación)

No existen las palabras perfectas; sólo hay construcciones oportunas e intenciones afortunadas.
La verdad de un texto descansa en el entramado de sus elementos, sea que estos se ajusten a un arreglo resultante de la casualidad, siempre espontánea, sea que obedezcan a un disciplinado orden previsto por una voluntad siempre inconforme con el estado que guardan las cosas.
Hace tiempo me preocupaba mucho -demasiado, diría yo- que lo escrito por mi pluma fuera perfecto, acomodado a las normas más estrictas de la literatura y sujeto a las posibles expectativas de futuros e ignotos lectores y críticos de mi trabajo expresivo. El temor al rechazo me hizo dudar en más de una ocasión y a causa de ello muchos poemas, cuentos, ensayos y novelas se quedaron durmiendo el sueño de los justos en cajones, cuadernos, papeles sueltos, como simples notas tímidas ante del qué sentirán.

Entre el rechazo y la aceptación
Pero no sólo el miedo al rechazo de mi producción literaria fue un freno, también lo fue el temor a su aceptación, a los efectos probables y soñados que podría tener mi palabra. Y este arredramiento fue más fuerte por fundado.
Jamás, en realidad, estuve siquiera sometido al juicio de críticos profesionales, a no ser las opiniones de condiscípulos, amigos o familiares, quizás alguno que otro discípulo. ¡Claro que esas no son críticas! Apenas son halagos comedidos o desaprobación desinteresada. Sin embargo, hubo un día...
Uno, que guardo celosamente en la memoria y hoy escapa indecente mientras ambienta la habitación la versión orquestal de Stokowsky a la Tocatta y Fuga de J. S. Bach. Ese día, por descuido de mi parte, una compañera de la universidad hojeó mi cuaderno de poemas y leyó uno que la conmovió hasta las lágrimas.
Me reclamó admirada. Cuando caí en cuenta del hecho, no supe cómo reaccionar. ¿Con vergüenza del que sabe desnudada su alma? ¿Con coraje de quien se siente vejado en su intimidad? ¿Cómo?
Sólo acerté a callar, a cerrar mi cuaderno de poemas y a meditar sobre el poder de las palabras y sobre la medida de sus intenciones.
Fue un descubrimiento maravilloso: con mis palabras, auténticas y sin retoques perfeccionistas, podía conmocionar ya a llanto, ya a risa.
Desde entonces no me preocupo por hacer grandes correcciones. Este mismo texto, sale de un sólo intento o casi. Eso sí, el esfuerzo consiste en dejar que la naturalidad del lenguaje fluya de manera comprometida, pues cada letra, cada signo, cada frase, es mi responsabilidad, y la amplitud del léxico no puede ni debe verse mermada en afán de la simplicitud y la simplicidad.
Hoy construyo desde la vena, y con su tinta saludable firmo la declaración de principios a partir de la cual me rebelo ante la crítica y grito desde la colina, como Zaratustra: ¡Adelante! ¡Léeme! ¡Arranca mi corazón palpitante! ¡Crítico, ya llegó el que estaba ausente!