El nuevo "libro" intitulado
Drop se sitúa tanto literal como metafóricamente en un baño público. Está impreso en un rollo higiénico y narra una historia de terror psicológico que se extiende por exactamente 88 centímetros de papel y dura... lo que a uno le lleve leerla, por lo que en cada rollo se repite 34 veces quizá por aquello de tener una cortesía con el lector picado por seguir la secuencia.
Drop, que puede traducirse como "La Gota", "El Pendiente", "La Caída", "El Desplome", "El Derrumbe", "La Decadencia", "El Desgaste" ha sido anunciada como "la primera novela impresa en un rollo de papel higiénico". ¡Vaya novedad! En México les llevamos ventaja a los japoneses por lo menos en esto, pues hacia los años sesenta el humor que nos caracteriza ya había hecho varios "experimentos" similares no solamente con el papel higiénico como artículo promocional para el posicionamiento de marcas, sino también para la difusión de cómics obscenos, fantasías eróticas, cartones políticos y otros temas muy propios del escatológico humor mexicano. Como puede comprenderse, desafortunadamente muchos de esos ejemplos ¡se fueron por el caño! y no quedan muestras, que conozcamos, para comprobar lo dicho. Pero estos ojos y estas manos que se han de comer los gusanos pueden confirmar el hecho. Y creo recordar que también en Estados Unidos, hacia los años 80 se suscitó un caso similar. Así que no vengan ahora los nipones a dárselas -dicho sea sin albur- de muy originales por emplear este "novedoso soporte".
Por otra parte, habrá que calificar la calidad literaria y editorial de la novela, tanto por su contenido como por la calidad de sus materiales. Puede ser que se trate de toda una mierda o quizá, a modo de fetiche, sirva como una especie de amuleto para exorcisar los hedores de lo que, por podrido en nuestras entrañas, aterroriza al olfato de cualquiera. Ciertamente está pensada como artículo coleccionable.
Lo que sí llama la atención, hablando un poco más en serio, es la inclinación del autor por lo anal, al menos en la forma como titula sus obras mencionadas.
ESPECTROS, GUSTOS Y COSTUMBRESEs sabido que en la cultura japonesa existe una creencia "tradicional" que asocia los espectros con los retretes pero esto es, más que sobre la base de argumentos ñoños, tomando como punto de partida una concepción profundamente estética y propia de esa cultura oriental, como bien explica
Junichiro Tanizaki en su libro
El elogio de la sombra comentado en su ensayo del mismo título por
Diego Caballero Pásara.
Tanizaki subraya -explica Caballero concentrado en temas arquitectónicos- el gusto japonés por lo usado, lo gastado, lo que ha sido impregnado. Más cerca de la antropología de Levi-Strauss sobre lo crudo y lo cocido, la tendencia oriental a valorar los objetos que han sido impregnados por la suciedad de las personas o su uso es lo que reafirma la sustancia humana alrededor de la esencia de las ideas, los conceptos, las cosas.
Los chinos lo llaman el lustre de la mano y los japoneses el desgaste. Esto deviene de su gusto por lo turbio antes que por lo claro. De esta forma, también prefieren el jade (los chinos) antes que piedras como el diamante, el rubí y la esmeralda.
Y aquí descubrimos la cercanía entre las culturas mesoamericanas y las orientales, pues poseen gustos similares en este punto.
La veneración y el culto por los muertos y la muerte en Mesoamérica sólo se distingue de la que se experimenta en oriente en la forma de definir la reverencia como muestra de respeto y temor (oriente), o como muestra de irreverencia y humor (Mesoamérica). Luz y sombra, en los retretes, en los templos, como en los cuencos lacados son complemento una de la otra, como la vida y la muerte lo son entre sí.
Los espectros orientales, cuando aparecen, son descritos sin pies, flotantes, húmedos por la pena o por el rencor. Los espectros de una occidental Mesoamérica, en cambio, o gozan de fantasmagórica sustancia o de plano ostentan descarnado orgullo. En oriente el llanto ahogado que sigue a la muerte atemoriza hasta el fondo del alma, mientras en la occidental Mesoamérica el llanto se ahoga sin temor en el alma.
Drop, el sólo título pues he dicho que desconozco la obra íntegra, ha de conducir al lector, seguramente como una novela de corte existencialista, hacia el vértigo y la náusea misma resultantes de la conciencia repentina que consigue el hombre al corroborar la imposición de la realidad en su ser y lo que del Ser conlleva esta.
Citado por Caballero, Tanizaki describe:
Cuando sostengo en el hueco de mi mano un cuenco de sopa, nada me resulta más agradable que la sensación de pesadez líquida, de vívida tibieza que experimenta mi palma.
Y del mismo modo dicha pesadez, semejante tibieza llevadas al extremo en un grotesco encuentro con la esencia de las cosas azora de tal modo que infunde repulsión, terror. Hallarse en un retrete puede ser gozosa experiencia, liberadora, desintoxicante, pero en un nivel metafísico lleva al encuentro y a la conciencia del desgaste de uno mismo, más allá de lo simplemente físico. No es fácil descubrir las porquerías que lleva uno dentro y peor asumirlas como parte de uno mismo. Desde esta perspectiva, entre el retrete y el gabinete del psicoanalista no habría mucha diferencia terapéutica. De ahí el horror psicologico para pretextar la literatura.
En realidad me gustaría echarle mano a la mentada novela, no sé cuán suavecita sea, cuán esponjada o perfumada se produzca, pero no creo que por su costo (210 yenes, alrededor de 30 pesos mexicanos cada rollo) valga la pena cuando en el supermercado las ofertas de paquetes de más de 4 rollos en blanco donde uno mismo puede escribir su propia novela, cuadro por cuadro, pueden valer mínimo poco más de la mitad.
En fin, he aquí en esta otra forma de literatura interactiva, que acaricia las más bajas pasiones del individuo y extrae la esencia misma de lo humano, desde el escusado y sin excusas.