NADA puede haber más desesperante y frustrante para un creador, del arte que se trate, que topar con la pared de la estructura, sea porque esta esté falla o sobrada.
En el caso de mi Calima, como dije en una publicación previa, ocurrieron ambas cosas, pero me di cuenta a tiempo, apenas en los primeros siete episodios —ya no sé si llamarlos así—. Y no es que sean fallas garrafales, pero podrían llevar a cometer yerros terribles e imperdonables tanto para mi quehacer como para las expectativas de los lectores.
Estos apuntes de ahora no pretenden ser una confesión, sino mejor unas reflexiones al caso con la finalidad de guiarme en la consecución de lo pretendido: la atención, entretenimiento, goce e interés por parte de los lectores, de haberlos.
De la idea al papel
Quizás este subtítulo podría parecer caduco en su funcionalidad por hablar del papel y dado que ya, hoy, muchas cosas se hacen o las hago en muchos casos directamente sobre la página en blanco del blog o del procesador de palabras, como otrora directamente en la máquina de escribir sobre el papel enrollado. En realidad aún gusto de usar el lápiz, la pluma y el papel. Muchas cosas primero las trazo en mis libretas, en papel, algunas incluso las acopio para no perder el historial de lo supuesto, imaginado, ideado, planificado y de tanto en tanto recurro a esas colecciones de apuntes variopintos, recortes, extractos. Aún más, las cosas que escribo primero las escribo a mano y luego, al momento de capturarlas con ayuda del teclado para su digitalización y publicación en cualquiera o varias de mis plataformas, en ese momento y sobre la marcha hago la corrección de estilo casi definitiva (nunca falta la mosca que se cuela), con lo que brinco del primer borrador a la primera edición.
No faltará quien me diga que ese salto tendría que ser más suave y cuidadoso, pero el oficio lo lleva a uno a hacer maromas; y más cuando como ahora la celeridad y cúmulo de información orillan a no detenerse en minucias más de lo necesario. Por supuesto que ello puede derivar a veces en tropezones, sobre todo cuando se trata de obras de especial complejidad como es mi Calima.
Saliendo del espacio acostumbrado
En el interés por romper el ciclo vicioso, esta tarde decidí salir de casa e ir a comer fuera, para cambiar de ambiente. Me llevé mi libreta y en el camino, a paso tranquilo de ida y vuelta repasé lo hecho. Sobre la mesa del restaurante hice anotaciones y caí en cuenta de varios de mis errores que ahora enlisto para mí, pero también para quien haya podido estar en situación semejante en el pasado o pudiere hacerlo en el futuro y tome lección.
El primer error detectado fue el percatarme de que todos los proyectos que venía sumando a Calima solo habían conseguido que, a lo largo de los años, los anotara en calidad de ideas, solo eso, ideas trazadas a partir de un título o de un párrafo o de unas pocas páginas con escenas, diálogos, pero sin estructura particular, solo la intención, el propósito de algún día cobrar vida propia. No había un índice de capítulos o secuencia de acciones, los personajes estaban mencionados, descritos a vuelapluma, sin una ficha concreta, todo solo como resultados de un insight y llamadas de atención para la memoria. Ello no es del todo malo, sin embargo esa falta de ¡una historia! fue el primer escollo. Si bien había conseguido una puntual lista de las ahora partes del proyecto, no dejaban de ser meras menciones más o menos ordenadas.
Tantos años de marquesa y no saber mover el abanico
He tenido el valor, la cachaza de autodefinirme como escritor y lo soy de alma, corazón y oficio, aunque haya quien lo dude. Años dedicado a escribir guiones, poesía, ensayos. Pero, también, años en que el ejercicio de ensayista y poeta ha pesado más que el de cuentista, un poco por azares de la vida. Entonces descubro mi vena narrativa de ficción algo anquilosada y este proyecto me ha abofeteado en serio y enseguida lanzado el guante, siendo un reto que he adoptado dispuesto a confrontar el duelo.
Al darme cuenta de todo esto, mi primer instinto fue ir proyecto por proyecto trazando una sinopsis. Otro escollo, sin una historia concreta, ¡ni manera de hacer una sinopsis! Había que sentarse a revisar uno a uno los libros, repensarlos además para que, de haber sido proyectos individuales y aislados, pudieran ahora cobrar coherencia y congruencia con el mega proyecto llamado Calima, para que su inclusión tuviera significado y sobre todo justificación. Esto daba al traste con todo lo avanzado, desde el modelo cósmico orbital hasta lo escrito o publicado. ¡Me mesaba las pocas greñas!
Luego vino la idea para restaurar ya planteada en la publicación previa a esta, acomodando las cosas como tejidos en telares simultáneos. No es mala idea, pero trajo otra complejidad de nuevo estructural. ¿A qué esquema narrativo podría ajustarme teniendo proyectos que abarcan diversos géneros, extensiones y alcances? ¿Estructura aristotélica de tres actos, shakesperiana de cinco, las más modernas de siete o nueve, muy características de cine y cómic?
Y es que planear y publicar por entregas hoy no es para nada similar a lo que ocurría todavía hasta la primera mitad del siglo XX cuando uno se preocupaba, primero por la historia general, en segundo lugar por el fragmento a publicar y su efecto, y en tercer lugar y no menos importante por el espacio destinado en la revista o periódico, medido en cantidad de palabras, caracteres y líneas ágata, quizás páginas. Hoy, la inmediatez, el dinamismo, la coparticipación de los lectores —cuando la hay y de parte de ellos existe la disposición al diálogo y no solo la lectura pasiva y distante—, y la estructura misma de la plataforma elegida son definitivas. No es igual hacer ficción o poesía en Twitter que en Facebook, un blog o un libro electrónico. No lo fue al comienzo de las redes sociales ni lo es ahora con los cambios que la misma tecnología les ha impreso a estas mismas haciéndolas más flexibles que antaño. Se deben pensar los contenidos y su desarrollo mecánico en función de la dinámica del medio. Sí, dirán que eso ha sido siempre desde un punto de vista mercadológico, y no lo niego, pero no hablo desde esa perspectiva, sino desde la técnica misma sujeta a otras técnicas más frías.
Un blog, aunque permite con ayuda de la hipervinculación anudar los contenidos dentro de una lógica de diseño, internamente deposita y archiva los contenidos en forma lineal, histórica, casi igual que un libro, solo la distribución informativa a lo largo y ancho de lo visual le da un carácter bidimensional. Un proyecto como Calima que implica tres o cuatro dimensiones tiene que reinventar la manera de presentarse en una traducción reducida a esa bidimensionalidad. Entonces, qué y cómo hacer. El riesgo de adentrarme en un bache creativo está a la vuelta de la esquina. ¿Cómo evitarlo?
Un hilo rector
La solución o una solución la planteé en el texto previo: desacelerar, construir Calima como una historia que haga de hilo rector, central, columna vertebral en el tejido combinado de los cuarenta y tantos telares. Solo se hace necesario tener claro qué se quiere contar de manera aislada con este hilo y dentro de cada telar, para también reconocer cómo, dónde y cuáles pueden ser los cruces o combinaciones narrativas del hilo central y los hilos tramáticos de cada telar, sin olvidar los hilos de subtramas propios de cada historia. Así, visto cada libro-telar-mundo como un todo, su trama individual se convierte en subtrama para Calima y las subtramas menores complementan la ilustración en proceso.
Las sagas que conocemos comienzan tanto para el autor como para el productor y no se diga los lectores-espectadores por una obra básica y un derrotero lineal, el libro uno, independientemente de que este comienzo arranque por el final, la parte media, una pista perdida o el principio. Al pensar Calima como una suma de proyectos y enraizarlo en aquel sui géneris Laberinto Bestial de mi autoría, pensé estos avanzando de manera simultánea, no en etapas, precuelas (odio este término), secuelas, prólogos, epílogos o extractos apéndices derivados de la biografía de un personaje concreto y cuya subtrama atraviesa a la trama central como sucede, por ejemplo, con Star Wars y su apéndice Libro de Boba Fett, aun cuando sí, algunos podrían ser vistos y leídos de tal modo.
La construcción del discurso narrativo para mi Calima tenía o tiene que partir de lo básico, la estructura de tres actos para cada escena-episodio-capítulo que pueda entregarse a los ojos del lector, para que el contenido expuesto tenga su propia coherencia y a la vez servir de gancho con suficiente fuerza de contención como para mantener al lector preso de su interés por la historia o las historias que se vayan trenzando y entretejiendo, aunque por momentos los cruces puedan dar la apariencia de nudos complejos. Cierto, no estoy inventando el hilo negro ni el agua tibia. Para que la historia avance la escena, que es la únidad básica (no la mínima, esa la hallamos en el cuadro y en el plano o punto de vista), debe sujetarse a la estructura elemental de comienzo, climax y desenlace, en una resolución interior cuyo efecto tira de la historia y la orienta hacia los objetivos generales más amplios y a veces no muy tangibles.
Aquí vino y viene un problema mayúsculo al nivel de la concepción instrumental de mi Calima. Explico.
Todos los escritores, todos, antiguos o modernos, al momento de sentarnos a trazar la historia tenemos la tendencia a un pensamiento lineal y el esquema resultante es de un tipo llamémosle escalonado como el índice o tabla de contenido. Así, para el caso de esta mi Calima podría verse de alguno de estos dos modos:
- CALIMA (modo uno)
- Libro 1
- Acto-secuencia 1
- Capítulo-Episodio 1
- Escena 1
- CALIMA (modo dos)
- Acto-secuencia 1
- Libro 1
- Capítulo-episodio 1
- Escena 1
- Libro 2
- Capítulo-episodio 1
- Escena 1
- Acto-secuencia 2
- Libro 1
- Capítulo 2
- Escena 1
- Plano-Punto de vista 1
- Cuadro 1
- Cuadro 2
- Acto-secuencia 3
- Libro 3
- Capítulo-episodio 1
- Capítulo-episodio 2
- Capítulo-episodio 3
- Escena 1
- Escena 2
Como puede observarse en los esquemas de ejemplo a partir de los conceptos propios de la novela, el teatro y el cine, la secuencialidad implica unidades semejantes y podemos decir que compartidas por lo pronto en lo que a su enunciación categórica se refiere. La apariencia inamovible o rígida, sin embargo solo es eso, una apariencia pues queda claro que las piezas pueden ser no nada más intercambiables sino que además, en su redundancia, pueden mantener una determinada independencia respecto del resto del conjunto.
Cuando uno pretende acomodar este esquema en la imagen metafórica del telar nomás no ajusta a menos que parta uno del rompimiento del esquema en sus partes para establecer las relaciones. Entonces, lo que hallamos es que el tejido no depende del telar solo en tanto marco contenedor, sino, como es "natural", de la composición de las relaciones entre los hilos que alimentan la urdimbre. Así, la metáfora cambia visual, estructural, funcional e imaginativamente cuando se piensa el proyecto desde la óptica de las bases de datos relacionales.
Los programas informáticos existentes para la redacción de proyectos literarios o guiones parten de una base de datos relacional, sin embargo su estructuración varía de uno a otro. Así, los que uso como yWriter, WriteWay, Scenarist, Celtx, Storycraft incluyen casi todo lo necesario —esto varía de un programa o aplicación a otra, tanto en diseño como en estructura y módulos herramentales— para conformar el proyecto como una base de datos, pero las relaciones son en muchos casos unívocas, no biunívocas de manera que, por ejemplo, los objetivos solo pueden ser trazados escena por escena. Ello no está mal, pero en el conjuto se pierden como piezas efímeras sin dejar claro cuál es el objetivo mayor subyacente en el capítulo, a menos que uno lo redacte aparte´y desde él o ellos deduzca, desmenuce los objetivos hacia lo particular. De otro modo, es aplicar el método inductivo que va de lo particular a lo general.
Es pecata minuta, se pensará, desde la perspectiva del diseño de la base de datos y todo dependerá de cómo uno, como escritor se adapte a la herramienta y no al revés, que sería lo natural, que la herramienta se ajustara a las necesidades del creador. Mas no, no es un asunto menor porque implica la decisión del autor de seguir una ruta deductiva o inductiva (la más común en literatura). No es igual pensar la historia global y de ella derivar sus desenlaces que tomar cabo por cabo y tramar desde metas menores hasta conseguir la figura completa.
- CALIMA
- Objetivos generales del protagonista: Conquistar el corazón de su amada
- Objetivos generales del antagonista: Impedir que la pareja realice su amor
- Acto 1
- Objetivos del acto:
- Objetivos narrativos: Introducir al lector-espectador en el conocimiento de personajes y situaciones base.
- Objetivos descriptivos: Mostrar las características distintivas de lugares, objetos, personajes.
- Objetivos de acción: Exponer los simientes de lo que habrá de ocurrir
- Libro 1
- Objetivo del libro: Mostrar el mundo de los personajes
- Capítulo 1
- Objetivo del capítulo: Introducir al lector-espectador en el mundo descrito
- Escena 1
- Objetivo particular del personaje central en la escena: Viajar de un punto a otro
- Dilema: viajar a pie o a caballo
- Reacción: Viajar a pie es cansado para la distancia por recorrer
- Reflexión: Un poco de ejercicio no hace daño y los caballos pueden ser impredecibles en su comportamiento si no se los sabe controlar.
- Decisión: La impericia es determinante, mejor caminar.
Por supuesto, la automatización permite (y a eso apuestan semejantes programas como los mencionados) que los objetivos particulares puedan ser concatenados, sumados para mostrar el conjunto específico de objetivos o metas por capítulo o incluso por libro, por lo que no significa la instrumentalidad un problema siempre y cuando la concepción estructural del proyecto obedezca a una planificación previa asaz cuidada.
Ahora, todo este entarimado técnico, es verdad que al lector no le incumbe, solo le interesa el resultado final y las maneras como afecta a sus sentimientos y pensar, la manera como la literatura en movimiento incide sobre su vida.