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jueves, junio 25, 2009

ARTÍCULO EFÍMERO

El siguiente artículo sólo tiene como finalidad probar cómo funciona el Google Analytics.
En realidad, las líneas anotadas tienen como objetivo llenar un espacio a lo estúpido en la esperanza de generar algún tráfico.

lunes, junio 15, 2009

A TRAVÉS DEL PUENTE DE CRISTAL

Esto del luto es una monserga, pero también una aventura. Hacía mucho tiempo que no escribía tanto y en tantos lados, lo que me encanta pero también me asusta. Mas no me asusta la responsabilidad, el compromiso, sino el riesgo latente de estar en ascuas por causa del acecho de los fantasmas que fustigan así el dolor como el amor. (Y me asusta que aún no percibo un centavo por esas palabras; y la ausencia de comentarios a veces me hace dudar de su utilidad y penetración, aunque claro, la safisfacción personal y la difusión aparejada por ahora bastan y sobran)
Hay muchas formas de duelo, tantas como cabezas en el mundo y como experiencias afectivas. Pero todos en algún momento de la vida experimentamos El Duelo, así con mayúscula. Generalmente ese tiene que ver con la pérdida del más grande y definitivo amor. Y puede repetirse, aunque graduado. El Duelo es un hito, el punto de partida de la iniciación para ser humano.
Recientemente, la indignación por la tragedia sufrida por las familias de los pequeñitos fallecidos a consecuencia del incendio de la guardería en Hermosillo, Sonora, México, inscribe y nos incluye a todos en esta forma de duelo, si bien los principales protagonistas de esta historia son los padres.
De nuevo, mi madre sale al paso para ayudarme a asimilar la realidad. Pues aun cuando ella para mí representa hoy El Duelo de mi vida (título que se suma a la lista de mis novelas, cuentos, poemas y ensayos que tengo frente a mí en el escritorio, en plena producción) sé por ella y su experiencia personal que incluso semejante quebranto no se compara con la pérdida (por cualquier medio o circunstancia) de un hijo, máxime cuando la privación sucede en las edades más tiernas. En mi familia lo sabemos y comprendemos con claridad y con dolor compartido.
Pensado y dicho lo anterior me veo al espejo y descubro una copia de mí mismo. Una versión masculina y mexicana de Susan Boyle. De pronto me parece ver en derredor máscaras de facciones neutras, sin embargo imitando los rostros de mis seres queridos. La superficie del espejo me revela el cambio que he venido padeciendo día con día. Soy como Bipa, la joven protagonista de La Emperatriz de los Etéreos, con hilos de plata entre los cabellos cada vez más escasos, una piel que se va adelgazando erosionada por la pena, desgastada por la edad. Tras mi mirada ahora más transparente adivino la piedra semipreciosa que palpita en mi pecho, el ópalo que regula mi vida, el reservorio de la belleza y la razón de mi ser. Como agua cristalina, el frío bloque de hielo, el reflejo mercuriano ante mí me expone invertido, divertido, controvertido, en una compleja introversión que apuesta por extrovertirse aunque sea por medio de las promesas contenidas en las palabras, ésas como estas que ahora lees con paciencia y quizás algún afecto, como cruzando un puente de cristal tan firme y vulnerable como el sueño que he tenido.
Aunque no la había leído cuando la mencioné por primera vez en este espacio, La Emperatriz de los Etéreos es una novela cuyo público objetivo lo conforman los infantes y los adolescentes; pero no exclusivamente. Se trata de una historia fantástica, que se antoja de ecología un poco futurista. Es una historia que linda con las fronteras de los mitos de iniciación. Sencilla, visual, su motivo central es el cambio, la única constante en la vida; la transformación de la corporeidad a la espiritualidad, el abandono del prejuicio para abrazar el juicio de la madurez.
No es necesario ser niño o adolescente, físicamente, para identificarse con los personajes de la novela y la historia que narra. Personalmente, al principio me identifiqué con Aer, el amigo de Bipa, por lo curioso, su alegre interés en la novedad, su idealismo y su carácter disperso pero firme. Confieso que a Bipa la repelí por su exagerado pragmatismo que a veces raya en la grosería. Me cayó mal. Pronto descubrí que es más cercana a mí de lo que imaginaba.
Aquí no tiene qué ver el lado femenino o masculino del lector, sino los valores y cómo se van lustrando en el transcurso de la narración muy bien escrita por la autora española Laura Gallego García.
Parecerá que ahora, en el párrafo que comienza, cambio de tema. De ningún modo, mi Elogio de la Lectura consiste en la concatenación de sensaciones y experiencias enraizadas en las imágenes que suscitan las palabras, o las palabras que detonan las imágenes. En el cuento "Carta a una señorita de París" de Julio Cortázar incluído en el primer volumen de los Cuentos Completos editado por Alfaguara y que originalmente formó parte del libro Bestiario, el protagonista y narrador detalla su peculiar estado. Es un individuo que vomita gazapos, conejitos vaya. Aquí usé la palabra gazapo con todo propósito, tanto como sinónimo de cría de conejo, como en su sentido de "error o equivocación que por inadvertencia se deja escapar al escribir o al hablar".
El personaje del cuento se dedica a escribir, así que Cortázar tampoco utiliza gratuitamente la palabra "gazapo" sino como metáfora. Quienes escribimos o pretendemos hacerlo, como dicho personaje vivimos entre gazapos, a veces muy encariñados con ellos a pesar de lo molestos e incómodos que pueden ser. Como el personaje, ahora yo veo mi entorno y, agobiado por la ausencia de mi madre, también concluyo "qué difícil oponerse, aún aceptándolo con entera sumisión del propio ser, al orden minucioso que una mujer instaura en su liviana residencia. Cuán culpable tomar una tacita de metal y ponerla al otro extremo de la mesa, ponerla allí simplemente porque uno ha traído sus diccionarios ingleses y es de este lado, al alcance de la mano, donde habrán de estar. Mover esa tacita vale por un horrible rojo inesperado en la modulación de Ozenfant, como si de golpe las cuerdas de todos los contrabajos se rompieran al mismo tiempo con el mismo espantoso chicotazo en el instante más callado de una sinfonía de Mozart. Mover esa tacita altera el juego de relaciones de toda la casa, de cada objeto con otro, de cada momento de su alma con el alma entera de la casa y su habitante lejana. Y yo no puedo acercar los dedos a un libro, ceñir apenas el cono de luz de una lámpara, destapar la caja de música, sin que un sentimiento de ultraje y desafío me pase por los ojos como un bando de gorriones".
Susan Boyle, como yo y de mi misma edad y también soltera, de algún modo adolescente, también recientemente huérfana; Bipa, como ambos, enamorada de la esencia del huérfano Aer, del que en un momento se ve privada, se lanza a la aventura del duelo y todos, igualmente, nos lanzamos a la búsqueda de nosotros mismos, sin rumbo definido, acompañados apenas por un fardo de recuerdos que, no obstante su peso y apariencia de golem monstruoso, fielmente nos sigue por el sólo hecho de ser el resultado de la memoria, el conjunto más cuidado de gazapos, la reminiscencia de lo que acostumbramos ser como suma de aciertos y errores, la esperanza de resultar en el orgullo de nuestra madre por obra y gracia de nuestros talentos, tal y como promete el físico relativista Daniel Hawking a su mamá dentro de la serie televisiva Lost. "Las costumbres", escribe Cortázar, "son formas concretas del ritmo, son la cuota de ritmo que nos ayuda a vivir". Pero estas también con el tiempo se diluyen convertidas en rutina. La rutina es útil mientras sirve a la construcción de lo que se tiene: la vida.
"Vivir la vida", pone Laura Gallego en voz de Bipa: "eso no tiene precio. Quien no haya pasado nunca frío no apreciará el valor de una huoguera. Quien nunca haya llorado no disfrutará de los momentos de risas. Quien no haya pasado hambre no valorará un plato de estofado caliente. Quien no conozca la muerte no sentirá amor por la vida". Esto es lo que mi Coneja me enseño.

Una postdata para ser congruente con estos Apuntes alrededor del vacío, secuela como bien sabes de mis Apuntes alrededor del Deseo: La Emperatriz de los Etéreos por su impresión es como dos libros en uno. El forro con solapas, impreso en técnicas offset y serigráficas, equivale a uno con cuerpo pero vacío de sustancia; es preferible quitarlo para no dañarlo, así se descubre una portada de diseños menos corpóreos. Es el segundo libro, nada hueco.

viernes, mayo 29, 2009

PARA DELEITAR Y PROVOCAR AL OÍDO

Estrenando sitio, canal, versión, ruta, opción, producto, compilación, sección, o añadiendo en una palabra una nueva VETA Acústica a las que ya conforman nuestra revista Indicios Magazín-e. Seguro de la fuerza de la voz hablada y la penetración de la música como el lenguaje más universal de todos, empleo esta plataforma de Elogio de la Lectura para reconocernos de modo más acariciante o, si se prefiere, más ruidosamente. Ya vendrán sus comentarios, sugerencias y críticas. De verdad las esperaremos con ansias. Por lo pronto quede como muestra este botón y esta liga.

lunes, mayo 11, 2009

SOLICITO AYUDA DE LOS LECTORES

Hace unos días cierta persona me hizo un comentario por otro medio distinto de este en el sentido de que "tengo muchas admiradoras(es)", a lo que contesté lejos de una postura de falsa humildad que simplemente no lo creo.
Como habrán notado los amables lectores que eventualmente visitan la red de blogs que constituyen nuestra revista electrónica sui generis y muy personal Indicios Magazín-e, y de la cual este blog forma parte, nos encontramos (me encuentro, el autor y editor, el nosotros obedece a un formulismo academicista quizá un poco rancio que pretende mostrar respeto ante el público mostrando una actitud no petulante); nos/me encuentro, decía antes de la disgresión, efectuando cambios en el diseño de estos sitios. Empero, hete aquí, amigo lector, que entre el luto en que me encuentro y otras viscitudes que no viene al caso exponer, no alcanzo a decidirme por completo por la plantilla más adecuada para el conjunto de mis blogs. Aquí es donde cabe mi solicitud de ayuda.
Por una parte me sería de mucha ayuda que antes de terminar esta semana visitaras mis sitios A Vuelapluma, Tiempo y Destiempo, Mucho más que Molinos y Gén-Eros Con-Texto, y opinaras sobre el aspecto (aún inacabado) de los mismos. La idea es proporcionar a tus ojos y dedos un producto interesante.
En segundo lugar, me ayudarías a confirmar si lo que dice esta personita sobre la existencia de "admiradoras(es)" es verdad aunque sea mínimamente. Yo digo que no, ¿quién apuesta por que sí? ¿Será que existe un club de fans y uno ni enterado?
En fin, conociendo la dinámica de los comentarios, tengo mi propia teoría, ya me desmentirán.

miércoles, abril 22, 2009

EL VIAJE DEL ELEFANTE


Actualmente estoy leyendo del escritor Portugués y Premio Nobel de Literatura, José Saramago, su libro intitulado El Viaje del Elefante, en el que narra con singular desparpajo y sencillez la travesía de un elefante asiático que el rey Juan III ofreció como regalo de cumpleaños a su primo el archiduque Maximiliano I, allá por el siglo XVI.
Esta obra de Sáramago está verdaderamente ligera, se pasan las páginas con gran fruición. No diré que es una maravilla de historia. Tampoco puedo decir que es una temática original. Hasta cierto punto y con ciertas reservas particulares me recordó aquella serie de televisión de los años setenta, muy tierna y aleccionadora intitulada Maya, que trataba de la travesía de una elefanta conducida por un par de adolescentes, uno hindú y el otro inglés. Si no me falla la memoria, el joven hindú era huérfano y el inglés se hallaba extraviado, por lo que el primero se ofrece a llevarlo por selvas, planicies y poblados en busca de su familia. Si no era así, bueno, ya cambié la historia y espero que vendrán lectores a corregirme o a rememorar detalles más puntuales.
José Saramago no es un autor propio para infantes ni para adolescentes. A menos que estos tengan una bien plantada claridad sobre los pormenores gramaticales de su idioma (sea español o portugués). Digo esto porque este escritor tiene la particularidad estilística de abusar de la coma y no emplear las mayúsculas, ni los puntos y coma, puntos y seguido, ni los puntos aparte, ni admiraciones ni interrogaciones y con estos dos signos ni siquiera puede esperarse, al estilo anglosajón, uno de cierre. Los puntos los usa sólo cuando quiere cambiar de escena (nuevo párrafo) y las mayúsculas sólo para indicar el arranque de una nueva idea, a modo de punto y seguido, o al comienzo del párrafo; sólo así puede un nombre propio gozar del beneficio de la mayúscula, de lo contrario, va con minúscula. Tampoco usa, paréntesis, corchetes, los guiones ni las comillas para indicar y distinguir diálogos o citas, o ideas aisladas. Estas son sus reglas que aplica primordialmente en sus novelas, pues en sus ensayos y artículos escritos en diversos periódicos y revistas, así como en su blog estas reglas no aplican, como en cambio sí la casi impecable corrección estilística.
Estas observaciones, más que hacerlas con afán de crítica, las hago con afán de advertencia para aquellos lectores que quizá tomen el libro reseñado como primer acercamiento al autor. Al lector primerizo habituado por lo general, con y aún sin muchas nociones de gramática, a leer frases escritas de modo muy ortodoxo, seguramente le parecerá ilegible o, por lo menos, difícil de comprender cualquier novela de Saramago por esta razón. Mientras el cerebro lector no se adapta a omitir los signos y sustituirlos por el sentido que encierra el contexto que une a las palabras, mientras eso no sucede el lector se ve obligado a retrotraerse una y otra vez en las páginas para entender de qué se habla, quién habla y cuál es el hilo de los acontecimientos, de la trama. Fragmentos como:
... A primera vista el elogio no vale gran cosa, pero siendo su padre la medida me doy por satisfecho, Permite vuestra alteza que me retire, preguntó el secretario, Vaya, vaya a su trabajo, y no se olvide de las ropas nuevas para el cornaca, cómo dijo que se llamaba, Subhro, mi señor, con hache, Bien.

en una primera aproximación, insisto, pueden confundir especialmente a infantes y adolescentes que apenas se asoman a la literatura y aún no dominan la escritura. Digo esto con base en la experiencia que se tiene en los niveles de educación primaria, media y media superior; lo que no descarta, dadas las deficiencias arrastradas en muchos de nuestros países latinoamericanos (aunque en este momento pienso en mi México), que incluso en niveles superiores pueda suceder el atasco que acuso.
Si usted, profesor o padre, piensa regalar una obra de Saramago a su hijo(a), o encargarlo a sus pupilos, primero cerciórese de que estos (e incluso usted) ha desarrollado la habilidad de la lectura rápida (no necesariamente fotográfica) y de comprensión. Cerciórese también de que ,efectivamente, su manejo de la gramática es suficiente como para captar las pausas y diferenciear los significados sin necesidad de apoyarse en la puntuación y la sintáxis. Cerciórese de que puede leer de corrido grandes párrafos y no perder el hilo. Comprobado lo anterior, lea junto con él o ella los mismos tramos y corroborará, más pronto que tarde, que basta sólo un mínimo de concentración para entrar en el juego de reglas rotas de la escritura de Saramago. Verá correr en su mente y su imaginación los personajes y las situaciones, tomará velocidad y avanzará capítulo tras capítulo con gran gusto.
Este recurso de escribir casi como siguiendo el fluir del pensamiento, característico de este autor, si al principio es un aparente obstáculo, al poco rato de introducirse en sus líneas se vuelve un estilo amable. En esta obra particularmente, la lógica sirve de pretexto para propiciar la reflexión en torno a la humanidad, y el humor y la ironía se unen a la compasión. El tema de las flaquezas humanas, siempre presente en la obra de Saramago aparece en esta obra, que no es un libro histórico sino una combinación de hechos reales e inventados, con una lucidez casi infantil. De aquí la advertencia anterior. Es tal el encanto de la obra desde su título muy atractivo, que El Viaje del Elefante es una magnífica trampa para lectores primerizos. Se antoja. Una vez dentro, atrapa por su candor o lacera por su estilo. Si lo primero, un asiduo seguidor de Saramago queda asegurado y, como abeja dócil, polinizará la comunidad con sus recomendaciones. Si lo segundo, un detractor queda suelto, y ni siquiera por motivos congruentes y fundamentados en el contenido y la forma de la obra, sino por causa de la propia ignorancia y las deficiencias lingüísticas.
Ahora, no crea a pie juntillas todo lo aquí dicho. Mejor atrévase, escarmiente en cabeza propia, acérquese a la obra, degústela, forje su propio criterio y ya me comentará su experiencia.

sábado, marzo 28, 2009

LEYENDO MÚSICA

Leer es interpretar, y esta es una forma magnífica de leer a Mozart. Digna de un elogio, ¿no creen? Disfruten.