Seguro te ha pasado que de pronto, en una relación (y mira quien habla, quien jamás ha tenido una relación de pareja) llegas a una etapa de aburrimiento.
¡Aburrir! Todo depende del cristal con que lo mires. Las cosas no aburren por sí mismas ni las personas, es uno el que da y quita el valor, el significado, ya por sobrevaluar o por minusvaluar, la rutina no es un accidente eventual, ocasional, es de todos los días, sólo que de pronto, en algún momento, caemos en cuenta de ella y creemos que todo se ha devaluado y perdido interés para nosotros. Es entonces cuando hay que reinventar y reinventarse... fluyendo, disfrutando, dejándose ser, dejando a las personas y las cosas ser, caer por su propio peso, ya para arraigarse o para pudrirse
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