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miércoles, marzo 23, 2022

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En el camino de Calima aprendí


DESDE hace algunos años emprendí, en la medida de mis posibilidades, una denodada rebeldía en contra de la difusión a mansalva de textos a diestra y siniestra, y cuyos difusores indolentes no han tenido cuidado de asentar el debido crédito a su autor.

No obstante, no se crea que soy inflexible y, al contrario, a veces prefiero dejar hacer, dejar pasar, antes que amargarme a mí la existencia o a otros. Esta indolencia de muchos lectores tiene sus pros y sus contras, veamos.

Los pros, para empezar con una visión positiva, optimista, apuntan a la pervivencia de las ideas y las obras una vez separadas del autor primigenio y en vías, tal vez, de volverse universales no nada más como referente de gusto, sino incluso clásicas en tanto a lo que, con su vida propia, tienen para dar en fondo y forma a generación tras generación.

Es muy común que esto que anoto ocurra de modo especial a canciones, sobre todo a poemas (vistos como letras de canciones), y de forma hasta grosera a aquellos que, aun siendo de mala factura consiguen ser efectistas y despertar las emociones aun más que el intelecto. Aquí entran pensamientos, frases celebres, extractos de libros y discursos, prosas poéticas, cuentos breves, poemas o estrofas de los mismos que, por su intensión (fuerza interior) y su intención (propósito, meta) consiguen trasvasar la memoria.

Pero, parece que esta práctica extendida, virulenta, no acabará nunca aun cuando hallamos quienes, en defensa del autor, vayamos por aquí y allá aclarando autorías. Sencillamente la gente no da relevancia o más relevancia al autor como a las ideas que acaba por apropiarse y que, con el tiempo, incluso acaban convertidas por virtud de la confusión, la negligencia, la ignorancia o la desidia en productos "anónimos" de uso común o dominio popular, y así los créditos de los creadores no solo se van diluyendo junto con las píngües ganancias por regalías, sino pasan a ser una vaga y dudosa referencia.

Poco importa también si los contenidos están bien o mal hechos, descontextualizados, parciales, distorsionados, fragmentados, o si su traducción ha sido tan libre que ha hecho de la obra original una ni siquiera próxima a lo que los ojos leen.

El oficio de corrector de estilo que alguna vez abracé y hoy es una especie en vías de extinción, a veces obsesiona al punto que, a la luz de lo anotado, topa con la pared de la indiferencia y el texto que detona estas líneas me da elementos para comentar críticamente sobre la pertinencia o impertinencia de andar corrigiendo a los otros cuando uno, a veces o muy seguido, incurre también en lo mismo que pregona.

Un colega escritor —si nos podemos mirar como colegas cuando la producción literaria es tan abismalmente distinta en cantidad y calidad—, Isaac Belmar publicó un ensayo intitulado "La libertad de dar asco" con el que no puedo sino estar completamente de acuerdo. Es válido darnos permiso de escribir mal o, si no mal, de cometer errores. Aunque, entonces, ¿es válido en estos días que se nos corrija y aceptar las correcciones o es preferible dejar hacer y dejar pasar independientemente de la fama de la pluma detrás de las palabras?

Leo el citado ensayo luego de una charla con una amistad que ha leído lo que por ahora está publicado de los episodios de mi saga Calima, la cual no he continuado por estarla sometiendo a una rigurosa revisión concluyendo, entre otras decisiones drásticas, que lo ya publicado tendrá otro orden en el conjunto. O sea, parece que me perdí e invertí tiempo y esfuerzo para nada, mas no es así, sino que de los errores se aprende y nunca es tarde para enmendarlos. Se dice fácil, porque uno se encariña y enceguece con los propios hijos, sin embargo no es sencillo hacer la autocrítica y más cuando no siempre se obtiene retroalimentación de parte de aquellos que, entre el anonimato del público, ni siquiera dan una pista sobre lo que va gustando, funcionando o es un vulgar asco.

Esta amistad, decía, me dijo francamente que ya había leído varios capítulos de Calima pero se había atorado en uno que le pareció complejo (forma diplomática, eufemística, para señalar que le pareció un asco intragable, detalles más o menos). Creo tener idea de a cuál episodio se refiere, pero no me especificó cuál, ni qué en concreto le rebotó muy aparte del lenguaje y/o la construcción gramatical.

Hay muchos factores, aparte de los atribuibles al autor para que un espectador, lector, rechace parte o la totalidad de una obra. Factores que pueden ir del cansancio a la ignorancia. El arco es amplio y pleno de sutilezas ancladas en las particularidades de cada lector, de sus gustos y expectativas.

Las recomendaciones de la mercadotecnia aplicada a la producción artística apuntan siempre a que uno ha de pensar en el invisible, inasible, imaginario consumidor potencial al que se dirigirá la obra. La realidad es que uno, cuando se sienta a escribir, aun habiendo hecho una planeación acuciosa, sobre la marcha en lo que menos piensa es en el público lector potencial, quien al final puede resultar muy distinto del supuesto.

Por lo que toca a mi Calima, como autor de la saga, desde un comienzo tenía la sensación de que algo no iba bien con el planteamiento general de la historia y con la exposición de los primeros pasos. Seguro que en los episodios ahora publicados hay aciertos y errores y eso no me dejaba dormir. La causa era sencilla: no estaba siendo del todo honesto conmigo y tan no lo era que la tardanza en continuar publicando se comenzó a justificar tras los más ridículos pretextos cuando solo era una cobarde procrastinación para no reconocer que mis personajes estaban planos, desdibujados o de plano garrapateados porque quería construirlos de la nada. No había en ellos nada de mí, surgían inquietos pero sin alma, sin meta, sin verosimilitud, falsos. Si yo no podía identificarme con ninguno, fuera de los incluidos en el episodio de corte autobiográfico, qué podía esperar de parte de los lectores potenciales (valga decir en mi descargo que a la fecha de escribir estas líneas el blog de Calima ha ascendido rápidamente en número de visitas a más de ochocientas cincuenta, para mi sorpresa). Sentí asco de mi propio trabajo, pero también, como plantea Berman, experimenté la satisfacción de tener la libertad de dar asco y de confirmar en carne propia que el propio talento no es por fuerza monedita de oro o perita en dulce para caerle bien a todo mundo, comenzando por uno mismo.

Errar es humano, todos lo decimos. Lo difícil es aceptarlo y asumirlo. Por eso mismo sirvan estas líneas como un anuncio de que desde hoy Calima sufrirá, otra vez, un hondo cambio y creo, definitivo. Espero que para bien tanto de la obra, como para mí, su autor, y no se diga para esos lectores potenciales y los que ya, con amabilidad que agradezco, se han asomado a mi incipiente saga.

jueves, febrero 03, 2022

Calima a revisión




NADA puede haber más desesperante y frustrante para un creador, del arte que se trate, que topar con la pared de la estructura, sea porque esta esté falla o sobrada.

En el caso de mi Calima, como dije en una publicación previa, ocurrieron ambas cosas, pero me di cuenta a tiempo, apenas en los primeros siete episodios —ya no sé si llamarlos así—. Y no es que sean fallas garrafales, pero podrían llevar a cometer yerros terribles e imperdonables tanto para mi quehacer como para las expectativas de los lectores.

Estos apuntes de ahora no pretenden ser una confesión, sino mejor unas reflexiones al caso con la finalidad de guiarme en la consecución de lo pretendido: la atención, entretenimiento, goce e interés por parte de los lectores, de haberlos.

De la idea al papel

Quizás este subtítulo podría parecer caduco en su funcionalidad por hablar del papel y dado que ya, hoy, muchas cosas se hacen o las hago en muchos casos directamente sobre la página en blanco del blog o del procesador de palabras, como otrora directamente en la máquina de escribir sobre el papel enrollado. En realidad aún gusto de usar el lápiz, la pluma y el papel. Muchas cosas primero las trazo en mis libretas, en papel, algunas incluso las acopio para no perder el historial de lo supuesto, imaginado, ideado, planificado y de tanto en tanto recurro a esas colecciones de apuntes variopintos, recortes, extractos. Aún más, las cosas que escribo primero las escribo a mano y luego, al momento de capturarlas con ayuda del teclado para su digitalización y publicación en cualquiera o varias de mis plataformas, en ese momento y sobre la marcha hago la corrección de estilo casi definitiva (nunca falta la mosca que se cuela), con lo que brinco del primer borrador a la primera edición.

No faltará quien me diga que ese salto tendría que ser más suave y cuidadoso, pero el oficio lo lleva a uno a hacer maromas; y más cuando como ahora la celeridad y cúmulo de información orillan a no detenerse en minucias más de lo necesario. Por supuesto que ello puede derivar a veces en tropezones, sobre todo cuando se trata de obras de especial complejidad como es mi Calima.

Saliendo del espacio acostumbrado

En el interés por romper el ciclo vicioso, esta tarde decidí salir de casa e ir a comer fuera, para cambiar de ambiente. Me llevé mi libreta y en el camino, a paso tranquilo de ida y vuelta repasé lo hecho. Sobre la mesa del restaurante hice anotaciones y caí en cuenta de varios de mis errores que ahora enlisto para mí, pero también para quien haya podido estar en situación semejante en el pasado o pudiere hacerlo en el futuro y tome lección.

El primer error detectado fue el percatarme de que todos los proyectos que venía sumando a Calima solo habían conseguido que, a lo largo de los años, los anotara en calidad de ideas, solo eso, ideas trazadas a partir de un título o de un párrafo o de unas pocas páginas con escenas, diálogos, pero sin estructura particular, solo la intención, el propósito de algún día cobrar vida propia. No había un índice de capítulos o secuencia de acciones, los personajes estaban mencionados, descritos a vuelapluma, sin una ficha concreta, todo solo como resultados de un insight y llamadas de atención para la memoria. Ello no es del todo malo, sin embargo esa falta de ¡una historia! fue el primer escollo. Si bien había conseguido una puntual lista de las ahora partes del proyecto, no dejaban de ser meras menciones más o menos ordenadas.

Tantos años de marquesa y no saber mover el abanico

He tenido el valor, la cachaza de autodefinirme como escritor y lo soy de alma, corazón y oficio, aunque haya quien lo dude. Años dedicado a escribir guiones, poesía, ensayos. Pero, también, años en que el ejercicio de ensayista y poeta ha pesado más que el de cuentista, un poco por azares de la vida. Entonces descubro mi vena narrativa de ficción algo anquilosada y este proyecto me ha abofeteado en serio y enseguida lanzado el guante, siendo un reto que he adoptado dispuesto a confrontar el duelo.

Al darme cuenta de todo esto, mi primer instinto fue ir proyecto por proyecto trazando una sinopsis. Otro escollo, sin una historia concreta, ¡ni manera de hacer una sinopsis! Había que sentarse a revisar uno a uno los libros, repensarlos además para que, de haber sido proyectos individuales y aislados, pudieran ahora cobrar coherencia y congruencia con el mega proyecto llamado Calima, para que su inclusión tuviera significado y sobre todo justificación. Esto daba al traste con todo lo avanzado, desde el modelo cósmico orbital hasta lo escrito o publicado. ¡Me mesaba las pocas greñas!

Luego vino la idea para restaurar ya planteada en la publicación previa a esta, acomodando las cosas como tejidos en telares simultáneos. No es mala idea, pero trajo otra complejidad de nuevo estructural. ¿A qué esquema narrativo podría ajustarme teniendo proyectos que abarcan diversos géneros, extensiones y alcances? ¿Estructura aristotélica de tres actos, shakesperiana de cinco, las más modernas de siete o nueve, muy características de cine y cómic?

Y es que planear y publicar por entregas hoy no es para nada similar a lo que ocurría todavía hasta la primera mitad del siglo XX cuando uno se preocupaba, primero por la historia general, en segundo lugar por el fragmento a publicar y su efecto, y en tercer lugar y no menos importante por el espacio destinado en la revista o periódico, medido en cantidad de palabras, caracteres y líneas ágata, quizás páginas. Hoy, la inmediatez, el dinamismo, la coparticipación de los lectores —cuando la hay y de parte de ellos existe la disposición al diálogo y no solo la lectura pasiva y distante—, y la estructura misma de la plataforma elegida son definitivas. No es igual hacer ficción o poesía en Twitter que en Facebook, un blog o un libro electrónico. No lo fue al comienzo de las redes sociales ni lo es ahora con los cambios que la misma tecnología les ha impreso a estas mismas haciéndolas más flexibles que antaño. Se deben pensar los contenidos y su desarrollo mecánico en función de la dinámica del medio. Sí, dirán que eso ha sido siempre desde un punto de vista mercadológico, y no lo niego, pero no hablo desde esa perspectiva, sino desde la técnica misma sujeta a otras técnicas más frías.

Un blog, aunque permite con ayuda de la hipervinculación anudar los contenidos dentro de una lógica de diseño, internamente deposita y archiva los contenidos en forma lineal, histórica, casi igual que un libro, solo la distribución informativa a lo largo y ancho de lo visual le da un carácter bidimensional. Un proyecto como Calima que implica tres o cuatro dimensiones tiene que reinventar la manera de presentarse en una traducción reducida a esa bidimensionalidad. Entonces, qué y cómo hacer. El riesgo de adentrarme en un bache creativo está a la vuelta de la esquina. ¿Cómo evitarlo?

Un hilo rector

La solución o una solución la planteé en el texto previo: desacelerar, construir Calima como una historia que haga de hilo rector, central, columna vertebral en el tejido combinado de los cuarenta y tantos telares. Solo se hace necesario tener claro qué se quiere contar de manera aislada con este hilo y dentro de cada telar, para también reconocer cómo, dónde y cuáles pueden ser los cruces o combinaciones narrativas del hilo central y los hilos tramáticos de cada telar, sin olvidar los hilos de subtramas propios de cada historia. Así, visto cada libro-telar-mundo como un todo, su trama individual se convierte en subtrama para Calima y las subtramas menores complementan la ilustración en proceso.

Las sagas que conocemos comienzan tanto para el autor como para el productor y no se diga los lectores-espectadores por una obra básica y un derrotero lineal, el libro uno, independientemente de que este comienzo arranque por el final, la parte media, una pista perdida o el principio. Al pensar Calima como una suma de proyectos y enraizarlo en aquel sui géneriLaberinto Bestial de mi autoría, pensé estos avanzando de manera simultánea, no en etapas, precuelas (odio este término), secuelas, prólogos, epílogos o extractos apéndices derivados de la biografía de un personaje concreto y cuya subtrama atraviesa a la trama central como sucede, por ejemplo, con Star Wars y su apéndice Libro de Boba Fett, aun cuando sí, algunos podrían ser vistos y leídos de tal modo.

La construcción del discurso narrativo para mi Calima tenía o tiene que partir de lo básico, la estructura de tres actos para cada escena-episodio-capítulo que pueda entregarse a los ojos del lector, para que el contenido expuesto tenga su propia coherencia y a la vez servir de gancho con suficiente fuerza de contención como para mantener al lector preso de su interés por la historia o las historias que se vayan trenzando y entretejiendo, aunque por momentos los cruces puedan dar la apariencia de nudos complejos. Cierto, no estoy inventando el hilo negro ni el agua tibia. Para que la historia avance la escena, que es la únidad básica (no la mínima, esa la hallamos en el cuadro y en el plano o punto de vista), debe sujetarse a la estructura elemental de comienzo, climax y desenlace, en una resolución interior cuyo efecto tira de la historia y la orienta hacia los objetivos generales más amplios y a veces no muy tangibles.

Aquí vino y viene un problema mayúsculo al nivel de la concepción instrumental de mi Calima. Explico.

Todos los escritores, todos, antiguos o modernos, al momento de sentarnos a trazar la historia tenemos la tendencia a un pensamiento lineal y el esquema resultante es de un tipo llamémosle escalonado como el índice o tabla de contenido. Así, para el caso de esta mi Calima podría verse de alguno de estos dos modos:

  1. CALIMA (modo uno)
    1. Libro 1
      1. Acto-secuencia 1
        1. Capítulo-Episodio 1
          1. Escena 1
**********
  1. CALIMA (modo dos)
    1. Acto-secuencia 1
      1. Libro 1
        1.  Capítulo-episodio 1
          1. Escena 1
      2. Libro 2
        1. Capítulo-episodio 1
          1. Escena 1
    2. Acto-secuencia 2
      1. Libro 1
        1. Capítulo 2
          1. Escena 1
            1. Plano-Punto de vista 1
              1. Cuadro 1
              2. Cuadro 2
    3. Acto-secuencia 3
      1. Libro 3
        1. Capítulo-episodio 1
        2. Capítulo-episodio 2
        3. Capítulo-episodio 3
          1. Escena 1
          2. Escena 2

Como puede observarse en los esquemas de ejemplo a partir de los conceptos propios de la novela, el teatro y el cine, la secuencialidad implica unidades semejantes y podemos decir que compartidas por lo pronto en lo que a su enunciación categórica se refiere. La apariencia inamovible o rígida, sin embargo solo es eso, una apariencia pues queda claro que las piezas pueden ser no nada más intercambiables sino que además, en su redundancia, pueden mantener una determinada independencia respecto del resto del conjunto.

Cuando uno pretende acomodar este esquema en la imagen metafórica del telar nomás no ajusta a menos que parta uno del rompimiento del esquema en sus partes para establecer las relaciones. Entonces, lo que hallamos es que el tejido no depende del telar solo en tanto marco contenedor, sino, como es "natural", de la composición de las relaciones entre los hilos que alimentan la urdimbre. Así, la metáfora cambia visual, estructural, funcional e imaginativamente cuando se piensa el proyecto desde la óptica de las bases de datos relacionales.

Los programas informáticos existentes para la redacción de proyectos literarios o guiones parten de una base de datos relacional, sin embargo su estructuración varía de uno a otro. Así, los que uso como yWriter, WriteWay, Scenarist, Celtx, Storycraft incluyen casi todo lo necesario —esto varía de un programa o aplicación a otra, tanto en diseño como en estructura y módulos herramentales— para conformar el proyecto como una base de datos, pero las relaciones son en muchos casos unívocas, no biunívocas de manera que, por ejemplo, los objetivos solo pueden ser trazados escena por escena. Ello no está mal, pero en el conjuto se pierden como piezas efímeras sin dejar claro cuál es el objetivo mayor subyacente en el capítulo, a menos que uno lo redacte aparte´y desde él o ellos deduzca, desmenuce los objetivos hacia lo particular. De otro modo, es aplicar el método inductivo que va de lo particular a lo general.



Es pecata minuta, se pensará, desde la perspectiva del diseño de la base de datos y todo dependerá de cómo uno, como escritor se adapte a la herramienta y no al revés, que sería lo natural, que la herramienta se ajustara a las necesidades del creador. Mas no, no es un asunto menor porque implica la decisión del autor de seguir una ruta deductiva o inductiva (la más común en literatura). No es igual pensar la historia global y de ella derivar sus desenlaces que tomar cabo por cabo y tramar desde metas menores hasta conseguir la figura completa.


Así, por ejemplo y pues los objetivos de los personajes son lo que pone en movimiento y hace la dinámica de toda historia, puede pensarse el esquema de esta otra manera complementaria, vista más en detalle y haciendo énfasis en que no solo hay metas particulares que orientan la trama, también los hay generales y además los propios del narrador que, aunque se lo ubique como omnisciente y externo a la historia, no deja de ser un personaje más, sea que participe activamente involucrándose o mantenga la distancia, es decir, independientemente de su tipo y justo por ello guarda sus particulares objetivos. Para el caso de los objetos, algunos pueden tener un valor instrumental para la consecución de objetivos particulares o generales, pero entonces no hablamos de metas sino de finalidades desde un punto de vista utilitario:

  1. CALIMA
    1. Objetivos generales del protagonista: Conquistar el corazón de su amada
    2. Objetivos generales del antagonista: Impedir que la pareja realice su amor
    3. Acto 1
      1. Objetivos del acto:
        1. Objetivos narrativos: Introducir al lector-espectador en el conocimiento de personajes y situaciones base.
        2. Objetivos descriptivos: Mostrar las características distintivas de lugares, objetos, personajes.
        3. Objetivos de acción: Exponer los simientes de lo que habrá de ocurrir
        4. Libro 1
          1. Objetivo del libro: Mostrar el mundo de los personajes
            1. Capítulo 1
              1. Objetivo del capítulo: Introducir al lector-espectador en el mundo descrito
                1. Escena 1
                  1. Objetivo particular del personaje central en la escena: Viajar de un punto a otro
                  2. Dilema: viajar a pie o a caballo
                  3. Reacción: Viajar a pie es cansado para la distancia por recorrer
                  4. Reflexión: Un poco de ejercicio no hace daño y los caballos pueden ser impredecibles en su comportamiento si no se los sabe controlar.
                  5. Decisión: La impericia es determinante, mejor caminar.

Por supuesto, la automatización permite (y a eso apuestan semejantes programas como los mencionados) que los objetivos particulares puedan ser concatenados, sumados para mostrar el conjunto específico de objetivos o metas por capítulo o incluso por libro, por lo que no significa la instrumentalidad un problema siempre y cuando la concepción estructural del proyecto obedezca a una planificación previa asaz cuidada.



Ahora, todo este entarimado técnico, es verdad que al lector no le incumbe, solo le interesa el resultado final y las maneras como afecta a sus sentimientos y pensar, la manera como la literatura en movimiento incide sobre su vida.

martes, febrero 01, 2022

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Teoría estructural subyacente en Calima



EN UN POST PREVIO comentaba yo, como si pensando en voz alta, como si tratando de poner a los lectores reales, actuales y potenciales sobre el proceso de crear un proyecto de las dimensiones de mi Calima, que esta saga la he venido haciendo y deshaciendo y que la metáfora más correcta y adecuada para "finalmente" conseguir el avance era y es el del tejido.

Dicho lo anterior, comencé a replantear toda la estructura, antes de seguir avanzando más allá del episodio siete ya publicado y, ya en cuaderno de notas o con ayuda de softwares especializados, me percaté que tenía que hacer una nueva revisión, un nuevo planteamiento estructural pues, ¡oh, sorpresa y tontería de mi parte!, cada uno de los libros-mundos que conforman la saga está o estaba ¡solo al nivel de idea! Es decir que por el entusiasmo de conjuntar todo en una mega saga cometí la torpeza de no trazar la estructura y la historia individual de cada uno de los libros. Tengo, sí, clara la idea, pero falta lo fundamental que es el plan de desarrollo. Entonces, de poco sirve y ha servido elaborar una gran estructura donde los engranes principales no están debidamente empotrados en sus respectivas posiciones, para su propia e individual mecánica.

¡Así es esto! Por lo mismo, la pausa creativa ahora se amplía, sin menoscabo de los objetivos trazados originalmente y sin afectar las expectativas de los lectores, de haberlos, para dar el tiempo necesario para esa reestructuración libro por libro y en función de la pieza central que es Calima, es decir de esa línea tramática que, como ya exponía en aquella publicación anterior, ha de servir como hilo de trama que unifique y oriente transversalmente el conjunto de los telares.

Entonces, amigos lectores, quiero que imaginen conmigo la complicación que tengo ante mí ahora: soy un tejedor que toma la primera línea de trama, la cual es la básica, y la atraviesa en el primer telar donde se conformará uno de los libros-mundo. Pero ocurre que en este telar cada uno de los hilos de la urdimbre se corresponde con las sendas ideas que componen a los restantes telares en su particular unidad. Esto significaría un tejido trazado sobre una especie de matriz multidimensional difícil de visualizar por nosotros, vulgares seres tridimensionales. Para poder resolver este dilema, lo que he debido hacer es pensar solamente la trama base, la historia central y, en lugar de jugar con los cruces sobre la marcha, tender esa línea antes que nada y repensando la urdimbre, los telares y sus funciones.

Así, desde ahora, cada telar se corresponde con un libro-mundo en vez de que lo haga cada línea de la urdimbre; en cambio, cada libro-telar-mundo, en su urdimbre, estará compuesto por cuarenta y cinco líneas escénicas para conseguir una distribución tramática lo más armónica posible y según las necesidades. Claro que el número puede parecer excesivo si lo miramos desde la perspectiva de la estructura narrativa, ¡cuarenta y cinco escenas por capítulo! Cierto, por lo mismo, dado que la estructura básica implica un desarrollo a lo largo de tres actos básicos (para toda la obra) o cinco (si nos ajustamos a formas más modernas y menos aristotélicas de composición), entonces  lo más conveniente es mirar los cruces donde se introvierte o extrovierte la trama central y/o las subtramas componentes de cada libro-telar-mundo como episodios a su vez componentes de capítulos más amplios supuestos en cada línea tramada a lo largo de cada telar y entre telares. Algo que quizás se comprenda mejor si lo expongo visualmente con las siguientes imágenes esquemáticas.



Una guía teórica o la novela como un medio

La teoría detrás de mi Calima no ha sido gratuita ni una mera ocurrencia voluntariosa. Fue dándose a lo largo del proceso creativo y como consecuencia, sí, de los conocimientos y experiencia adquiridos en mi vida como escritor y comunicólogo. Fundamentalmente lo que trasluce es la aplicación directa (o indirecta) del modelo macluhaniano del tétrade con que el estudioso explicó metafóricamente la dinámica de la evolución tecnológica; metáfora que, hay que decirlo, no solo se aplica a lo tecnológico y es capaz de ser empleada para explicar otros procesos evolutivos bajo una óptica determinística.

El tétrade parte de la idea de la cinta de Möbius, de hecho es una extensión de la misma, por lo tanto tiene no nada más una explicación gráfica, geométrica, sociológica, histórica, sino matemática. Pero, no entraré en esos detalles, me limitaré a compartir las reflexiones que hice al efecto específico de la saga que me o nos ocupa. Otra imagen que está asociada a esta metáfora teórica tras Calima es la del gesto con que se explica figurativamente el sentido de una carga eléctrica o regla de la mano izquierda (que aplica también para la derecha).


Primero que nada es necesario empatar la idea de la saga, de la novela, del libro, y sus contenidos (historia, personajes, mensaje en general) con la idea del utensilio tecnológico que al final de cuentas esos son desde una perspectiva humano-determinista.


A modo de medio o de canal, según sea el caso, el utensilio o herramienta, el mensaje, la situación tramática (y dramática) o el personaje y sus peripecias ocurren, corren de forma transversal dando cohesión al espacio y al tiempo que componen al universo que la envuelve en el libro-telar-mundo de manera semejante a como lo hace el puño al rodear, por ejemplo, un vástago o verga. No quiero con ello, y sin embargo es aceptable, que imaginen una masturbación —¡so ansiosos feladores!, no todo es producto de una cultura fálica del pepino—, puede ser también una mano o un nudo de barril o de fraile rodeando el mango de un martillo, un tubo, etc.; la imagen en la mente de cada cual, depende de cada quién.




Cada dedo cerrado sobre sí traza un lazo de constricción tan laxo o apretado como la voluntad o el descontrol ocasionen, permitan o propicien, haya o no deslizamiento a lo largo del medio. Cada nudillo hace sendos catorce puntos de bisagra y torsión por los que se invierte y convierte la dinámica tensional de la mano, del puño que, cuando se contrae en extremo implica una perversión de la norma tanto como si se relaja por completo. En el caso de la laxitud total, los dedos sueltos ejemplifican lo dimensionalmente diverso que puede ser el sostén del universo. En caso contrario, el puño cerrado y tenso, compacto significa cuán introvertido y cerrado y abstruso puede serlo. Así, frases, enunciados, escenas sueltas no implican desaliño, como una acción concentrada y suspenso no por fuerza implican cohesión inquebrantable. El contraste entre puños, derecho e izquierdo, como entre libros-telares-mundos confrontados como caras de una misma moneda los aparenta como presumibles adversarios ideográficos, el ying y el yang, imágenes especulares correspondientes. Por lo que, si la trama central no se corta o revierte en la urdimbre y continúa, toca su contracara extrovertiéndose, transformándose en lo mismo que ella exhibe y viceversa, para la línea tramática que viene en sentido contrario. Ese punto de encuentro y cruce, ese quiasmo es clave para la secuenciación entre los libros-telares-mundo de igual manera que lo es en modo menor hacia el interior de la urdimbre donde se va conformando la imagen básica específica de cada libro-telar-mundo.

Sin embargo, para que pueda ocurrir la transición de energía potencial o cinética contenida en el puño es necesario considerar el sentido de la corriente de energía, el que puede ser subvertido por causa de un desplazamiento o giro o de un trenzado adicional de la trama para crear un nudo de acción, suspenso o transición en el tono, el color de lo que el mensaje va describiendo o narrando como si posición, gesto o postura de la muñeca, o del codo, el hombro, torso, cadera —si lo vemos corporalmente—, o del enunciado, el mensaje, el episodio y sus situaciones planteadas como goznes de un sistema significante articulado.

Cada nueva postura resultante de una revolución de la trama, del hilo que se va enredando como un listón alrededor de un palo tiene por propósito el cambio en tanto freno, la redundancia informativa tanto como la transición del sentido, aspecto, tono, dirección o intensidad de esa digamos que corriente energética derivada en gesto, rasgo expresivo que, ya en el conjunto del tejido, del texto, de la historia, se traduce en una pauta o patrón discursivo con el cual el medio sostenido por esa mano tejedora, envuelto por esa banda de Möebius cortada en secciones longitudinales presenta una apariencia distinta para la misma forma, mostrando y ocultando total y parcialmente el fondo. Así se entiende que la forma es fondo y viceversa y que, al momento de tejer (escribir) lo enunciado se distribuya "por arriba" y enseguida "por abajo" de los hilos próximos en la urdimbre sugiriendo un movimiento sinuoso entre lo expuesto y lo oculto, el anverso y el reverso.

De la teoría a la práctica

Con base en las anteriores disquisiciones es que se me ha hecho necesario replantear la estructura del modo ya más o menos explicado y que lo cuento, lo desahogo aquí por, primero, entender yo mismo lo que pasa por mi cabeza y, segundo, para aquellos que pudieren estar interesados en algo más que solo leer el producto terminado y entretenido. Luego, me es necesario, obligado, replantear las temáticas a mostrar y explorar en cada libro-telar-mundo, de forma que se mantengan codependientes de una trama central amplia y general que también debo redefinir de manera independiente como hilo conductor, pero que puedan coexistir de forma independiente y autónoma también. Por lo tanto, para dar coherencia y secuencia a lo ya escrito y publicado, se me impone el equivalente a empezar casi desde cero deshilachando lo que llevaba para, como Penélope, rehacer el tejido, reorientar los hilos y calcar con más cuidado el patrón pensado para cada telar como partes que, en suma, hagan el todo que es Calima.

viernes, enero 28, 2022

Calima en proceso



Escribir mi mega saga Calima ha sido toda una aventura en sí misma y no exenta de obstáculos y dificultades. Haber tenido la ocurrencia de dar vida de una vez y simultáneamente al conjunto o casi totalidad de ideas y proyectos que tenía guardados en el cajón  puede parecer una locura, sobre todo si se piensa que en su origen cada idea y proyecto surgieron de manera independiente. Hacer tal propuesta entonces ha significado un esfuerzo creativo por hallar probables puntos de conexión entre los proyectos dispares y trazar todo un entarimado para que, como un todo, cobren en la unión coherencia y congruencia.

El proyecto más difícil en este sentido es el relativo a la biografía de mi familia que se conecta con mi blog A la sombra del azufaifo y donde voy rescatando anécdotas familiares, retratos que justifican no nada más mi existencia sino los roles que, en vida y de manera real, los parientes que me rodean tuvieron en ciertos momentos de la historia de México. Sé que puede parecer petulante, pero mi único afán es honrar la memoria de aquellos que, en su gran o menor medida, no solo me definieron como persona, sino contribuyeron a hacer de este mi país lo que es hoy, más para bien que para mal, y cuyo legado no tendría que quedar en el olvido de las generaciones venideras de mexicanos, no solo de la familia, sin que esto implique un grosero menosprecio por lo que otras familias distintas de la mía hayan podido hacer por su parte, en su derrotero.

Dentro de Calima, el proyecto de la biografía familiar hace el denominado mundo o libro cuarto. Su dificultad presenta varios niveles. Para empezar los propios de la misma biografía al recabar la información, capturar las anécdotas, precisar los datos de nombres, fechas, lugares, documentar. Por otro lado, contar la historia, hallar el punto de vista o los puntos de vista desde los cuales narrar y describir los hechos, los dichos, encarnar a los personajes investidos tanto de ficción como de realidad, con total verosimilitud empero sin menoscabo de la imaginación y la memoria. Como dicen muchos biógrafos o celebridades como Gabriel García Márquez o Pablo Neruda en sus autobiografías, la vida se cuenta y descuenta según se recuerda y aquí, gracias a las grabaciones y entrevistas y apuntes que realicé guardo las perspectivas individuales y de conjunto de mis familiares directos, aunque también no deja de ser parcial y sujeta a los vaivenes de la memoria individual de cada quien, por lo que debo llenar los vacíos con investigación al efecto y ello lleva tiempo, ha llevado tiempo, mucho tiempo desde que comencé el proyecto hacia mediados de la década de los noventas del siglo pasado.

Además de esas dificultades propias del género, se han sumado las respectivas de mi ocurrencia de sumar el proyecto a una saga fundamentalmente de ficción, así que el principal problema es cómo ligar, seguido de cómo retratar a los personajes y sus situaciones sin romper la idea de la ficción, así como de qué manera plantear la ficción para que no pierdan verosimilitud los personajes y situaciones reales.

Lo anterior me ha tenido dando tumbos, rompiéndome la cabeza, hasta que una imagen vino a mi cabeza a partir de una de mis aficiones más queridas: el tejido en telar.

Con esa imagen en mente he ido llevando y trayendo el proyecto en su estructura hasta conseguir una metáfora general que permite incluir cada proyecto dentro de un gran todo que es Calima, y ello implica claro a la biografía familiar.

El principal objetivo al recurrir técnicamente a esta metáfora es cuidar la integridad de la mega saga como proyecto sin distorsionar demasiado las ideas básicas que detonaron los proyectos individuales, de manera que puedan ser leídos de forma independiente, pero además como parte proporcional de un universo mayúsculo.

Un tejido se conforma fundamentalmente de dos partes: la urdimbre, que forma la base estructural en la que se formará el canvas o la malla o tela, el texto o tejido. La raíz etimológica es la misma del indoerupeo teks-, con el supuesto significado (redundante), según algunos filólogos de habilidad para tejer, fabricar con hacha (si consideramos que las hachas primitivas se hacían a partir de anudar con cuerdas tejidas mediante fibras naturales o animales el filo a ramas trenzadas), raíz que sirve también para derivar el vocablo tecnología y otras relacionadas.

Se teje por lo general, aunque no como regla indiscutible, de izquierda a derecha y regresando de derecha a izquierda, de abajo hacia arriba preponderantemente, yendo y viniendo en la introducción del hilo (en este caso de sucesos) los que se van trenzando, cruzando con las líneas de la urdimbre, por arriba y por abajo de los hilos. En este caso mío, cada hilo de la urdimbre se corresponde con un mundo o libro o proyecto de mi cajón, en total de 45 a 48 (sin contar ensayos, dramas y poemarios). Me he ceñido a un número non para apegarme a la norma básica del entramado pues en el retorno de cada trama se espera la presencia del reverso. Cada mundo implica una historia individual, sí, pero también un contenedor de las tramas y subtramas que dan forma, color y solidez al conjunto tejido. Así, cada cruce de trama-urdimbre se corresponde ya con una escena, capítulo o episodio individuales en el desarrollo. Eso lo explico en la página de actualizaciones en el blog de Calima en lo relativo a los cambios sobre etiquetación.

Con esta imagen metafórica en mente me he dado a la tarea (espero no cambiar de idea otra vez) de ir acomodando las escenas, capítulos y tramas conforme a un orden como en un tejido, de manera que las escenas o capítulos o episodios de cada libro (urdimbre) guarden relación y conexión en una relativa secuencia con las aledañas, más o menos próximas, sin que se siga por fuerza un orden reglamentado, pero sí ajustado a un cierto parámetro y una pauta basada en el cruce y aparición o presencia de los personajes según se vaya requiriendo. Así, algunos personajes de ficción podrán cruzarse con la biografía familiar y algunos acontecimientos de la biografía familiar podrán proyectarse en extensión o enmascaramiento en las historias propiamente de ficción.

Para usar otra imagen que ayude a comprender el proceso: en el libro uno incluyo un capítulo uno que a su vez incluye, digamos, tres escenas que, por razones de la mecánica de publicación por entregas, se presentan como episodios aparentemente sueltos si se fija uno solo en la numeración general del esquema. Eso se puede comprender mejor dando un vistazo al índice también dinámico incluido en el blog referido.

Así, en el prólogo (primeros episodios ya publicados) se incluyen las prótasis (escenas iniciales, de gancho) de los primeros ocho libros como si fueren los nudos de la urdimbre de un telar de siete líneas. El octavo libro corresponde al punto de retorno. El conjunto de la mega saga se conformará por siete telares, cada uno con siete libros como urdimbres y un octavo de retorno. pero telares además conectados entre sí por una línea de trama central que unifica al proyecto y que toma como base al personaje narrador ancla que es Homero (escenas en negro). Esto obedece a una decisión muy pragmática orientada a las dificultades de los lectores. Sería obsceno pretender un prólogo con sendas prótasis por el total de los libros, pues eso supondría confundir a los lectores con la presentación de un conjunto de personajes y situaciones, no todos relacionados. Cada telar, entonces puede ser comprendido como un bloque de producción aparte, pero dependiente al final de todo el conjunto.

Finalmente, la otra dificultad que me motiva a tener extremo cuidado en la consecución de las acciones de la saga toda es la continuidad secuencial vista no nada más en un sentido "horizontal", entre escenas de los libros con los restantes sobre la misma línea tramática, sino en sentido vertical, entre las escenas que conforman los capítulos de cada libro y su respectiva e independiente historia y estructura. Pero, además, en algunos casos en un sentido diagonal o incluso con relación a escenas muy apartadas en el tejido completo. Esta dificultad es tanto como conseguir que la mirada en el ojo derecho se corresponda con la comisura en la boca del retrato hecho como un todo en el tejido, así que la Gestalt supone una constante definitiva casi tanto como una visión casi literalmente cuántica por lo que toca a la complejidad para determinar el estado (lugar y velocidad) de una partícula.

Estos escollos propios del trabajo creativo y específicos de este mega proyecto explican en parte que incluso y contra las expectativas halla optado por no publicar como el plan original estipulaba de un episodio semanal o más, si bien escribo todos los días, no todas las ocasiones tengo listos y dispuestos los contenidos ajustados a lo previsto. Prefiero tener cuidado con lo descrito arriba y no, por forzarme a publicar, cometer el grave yerro de confundir a los pocos o muchos lectores que, como seguro sucede, esperan una lógica consecutiva entre episodio y episodio que se les presenta ya publicado y al margen de la planeación que yo, en tanto autor, pueda ir conformando.

Espero, deseo, que el proceso no derive en una pérdida de interés de parte de los lectores y, en cambio, quienes lean estas líneas se sientan acompañados, orientados en su aventura por el laberinto descomunal que voy construyendo.

Hacen falta lectores



¡AMÉ ESTE VIDEO! Lo circularé hasta el hastío, porque sé que será muy útil a muchos de mis seguidores, muchos de ellos ex alumnos a los que les sugerí en la materia de Lectura de Comprensión este entre muchos otros métodos, algunos de los cuales también se enfocan en la lectura rápida.

Hace años hacía mis cuadernos de lectura, por motivos iguales y distintos. En cierto modo lo sigo haciendo aunque ya no con la misma calma y dedicación, porque escritor como soy, llegó un punto en que tenía que leer más rápido y en abundancia para conformar los textos que escribía para el periódico, primero, y mis blogs, después, y dar tiempo también para la redacción de guiones de radio y televisión, así pasé de hacer cuadernos de lectura a simplemente subrayar y marcar los libros y en las páginas de cortesía de comienzo y final hacer mis anotaciones,  o hacerlas marginalmente. Todo lo comencé cuando elaboraba mi tesis de licenciatura, muy metódico, con fichas y cuadernos y lo continué luego para mi gusto y profesión. Llegó un momento en que me abrumó la cantidad de material recopilado y caí en cuenta que al final los cuadernos, como el diario íntimo, tienen como principal lector uno mismo. Entonces comencé a cambiar el enfoque para que, cuando yo no esté, si a alguien le interesan, propio o ajeno, pudieren también percatarse de mi proceso creativo, de los temas que me definen como persona, lector y escritor.

Llegué hace algunos años a la conclusión de que la industria editorial y de medios se ha preocupado demasiado por generar los productos, libros, telenovelas, series, documentales, filmes, etc., pero ha hecho muy poco por desarrollar el oficio que les permitiría ser aún mejores: el oficio de lector.

Con mi oficio de escritor hoy tengo claro que son dos oficios distintos, complementarios sin duda, pero cada uno tiene objetivos distintos. Hoy tenemos muchos escritores, pocos lectores (de calidad). No ha disminuido la lectura, los modernos medios y tecnologías como internet la han potenciado, pero distrayendo los objetivos fundamentales. La capacidad de análisis crítico e imaginación han quedado supeditadas a la efeméride y el apunte efímero, volátil, sujeto al prurito del consumidor.

Deseo de todo corazón que haya más lectores de oficio, para que los que además abrazamos el oficio de escritores tengamos de veras un mercado sólido, definido por razones mejores que solo utilitarias.



jueves, diciembre 02, 2021

Más razones para explicar por qué soy escritor


De vuelta al tema sobre las razones (que tengo) para definirme como escritor por sobre todo, pese a lo que pese, en la siguiente entrevista el escritor argentino Guido Segal, guionista, cineasta, ofrece con mucha claridad explicaciones que comparto al ciento por ciento. En el minuto seis dice algo que bien puede describirme en parte, parafraseo: escribo, porque escribir para mí es un reto fascinante, el reto de hacer siempre algo nuevo y no, como en otras ocupaciones o profesiones, tareas similares y rutinarias una y otra vez.

Sí, es cierto que la tarea básica de juntar palabras es rutinaria y más cuando se lo hace varias veces al día, tanto como el conducir un taxi o administrar una oficina. Pero, si hay algo que distingue a la vida del artista del resto de los mortales es que en cada acto y obra no solo sucede algo nuevo sino que consigue percibirlo como tal y transformarlo o valorarlo como la novedad que implica.

Me explico mejor. Un cirujano mete cuchillo en un pecho para trasplantar un corazón. Es una tarea más o menos de rutina en su quehacer, aun cuando no ocurra todos los días. Su entrenamiento lo prepara para actuar en consecuencia cada vez que es necesario. Al final es una cirugía, los mismos instrumentos, un corazón, un pecho que abrir y cerrar, un paciente, un hospital, unas argumentaciones para explicar el caso en el expediente y otras más simples para confortar a los familiares y otras más para refocilarse con los colegas en el convivio. Pero, cuando ese mismo médico, como el artista o el pintor se detiene en los detalles de cada elemento, la sintomatología, la historia detrás del paciente como persona, la luz del día a la hora de la intervención, antes y después, las inquietudes de los colegas que le asisten en el momento, entonces la cirugía se vuelve única, especial, distinta de cualquiera otra en el pasado o el porvenir.

Así, el trabajo de uno como escritor es en ese sentido un reto fascinante que consiste en dirimir con lo novedoso. Porque la descripción de ahora, aun habiendo abordado el mismo tema antes, lo presenta desde otra óptica, considerando particularidades que lo hacen complejo, pletórico de aristas desde las que se puede asir de mil maneras, para bien o mal. Cada idea armada en un párrafo o sugerida entre líneas permite hacer una lectura variada del mismo árbol en el parque, de la misma historia sobre un amor bien o mal avenido, una aventura inquietante, épica, o un carácter patético.

No hay nada nuevo bajo el sol, reza el dicho. Y es cierto, solo bajo cierta circunstancia, cuando quien quiere tapar el sol con un dedo pretende que todo lo demás puede ser cubierto o descubierto de la misma manera. Sin embargo, tal certitud de falta de novedad evidente pasa por alto el examen analítico de lo que se muestra a los sentidos. Si bien el sol sale para todos, no lo hace siempre por el mismo punto, aun cuando haya un cartabón de reglas y leyes naturales que expliquen que incluso esas variantes son parte de eso mismo. La sombra proyectada desde el este a una hora es diferente a otra y en otro día y según el clima y según las condiciones del entorno, no es lo mismo un árbol en medio del bosque que ese mismo árbol, en su lugar de siempre, como sobreviviente de una tala, entonces la cosa cambia. Y de ahí que es importante la actitud estética como factor de sensibilidad para, como hace el tejedor, tramar las combinaciones que hagan de la fija urdimbre un tapiz de maravillas.

Escribir es tejer; y viceversa. Y el tejido encierra una forma de ser como explico yo, también en el segundo video.